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Psicología deportiva: ¿cuestión de magia?

En el mundo de la actividad física y el deporte, la psicología es una disciplina que todavía tiene mucho recorrido por delante. Existe mucha confusión sobre cuál es el papel de la psicología y qué beneficios reporta.

En mi opinión, a pesar del avance que la psicología deportiva, ha habido en la actualidad, todavía no se ha llegado a comprender su importancia.

Existen personas que ven la psicología como una parte fundamental, otras creen que solo se trabaja a nivel individual con deportistas, otras que debería dedicarse solo al alto rendimiento o que solo sirve para las fases formativas, están las que no "creen" en ella, las que piensan que solo sirve para trabajar la motivación, etc.

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La psicología del deporte y su alcance

Hay diversas vías de pensamiento, algo lógico teniendo en cuenta que el pensamiento de las personas difiere mucho de unas a otras. Sin embargo, a veces éste mismo es demasiado similar.

Dentro de estas visiones sobre la psicología deportiva, parece existir una que, a mi parecer, por desgracia es compartida por muchos profesionales (o no tanto) del mundo del deporte. Esta la he observado en comentarios, preguntas que la gente me ha hace, peticiones de ayuda, etc., tanto de personas que valoran nuestro trabajo dentro de este ámbito como algo importante, como de otras que no tienen tanta fe en su utilidad.

Ya sea por un extra de confianza o una falta de conocimiento, o bien una reacción provocada por la frustración derivada de una situación competitiva, muchas veces los entrenadores y deportistas acuden en nuestra búsqueda cuando "ya (casi) está todo el pescado vendido" para ver si somos capaces de resolver una situación que ellos llevan tiempo intentando, o no, en unas pocas horas.

Me gustaría saber qué tipo de magia creen que podemos hacer los psicólogos para pensar que podemos darle un giro de 180 grados a su situación, dedicando una décima parte del tiempo que han dedicado ellos durante toda una temporada, sin conseguirlo. Porque una realidad es que, muchas veces, se cuenta con nuestro trabajo cuando no queda otra opción, de “apaga incendios”, olvidando las labores preventivas. Y esas veces, suelen coincidir con situaciones que ya son difícilmente salvables.

Lo peor de todo esto es que al final, en la mayoría de los casos, la situación no varía lo suficiente, reforzando la idea de que el profesional de la psicología deportiva no debería dedicarse al deporte y debería limitarse a estar en una consulta clínica, siguiendo el modelo médico, más popularizado en nuestro sector.

Dedico este artículo a comentar esta situación, sin querer convencer de la importancia de mi trabajo, con la única intención de ayudar a entender que los psicólogos no disponemos de una píldora milagrosa que cambie las cosas de la noche a la mañana.

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No existen atajos: el cambio requiere esfuerzo

Como cualquier entrenamiento de acondicionamiento físico o técnico-táctico, el entrenamiento psicológico requiere de tiempo, trabajo y dedicación. Si un corredor busca aumentar su resistencia, no lo conseguirá en dos entrenamientos, sino que requerirá un trabajo constante a través del cual irá obteniendo con el tiempo una serie de mejoras hasta alcanzar el rendimiento deseado. De la misma manera, si este corredor quisiera optimizar el manejo de la concentración y de la relajación previa a la competición, no le bastaría con un día o dos de práctica para adquirir esa habilidad.

Tal y como sucede con el entrenamiento, sucede igual con el trabajo del psicólogo deportivo. Al igual que un entrenador que llega nuevo a un equipo necesita ganarse la confianza del grupo, conseguir que estos crean en su trabajo y le sigan en sus propósitos; un psicólogo deportivo necesita conocer a las personas con las que va a trabajar y fundamentalmente, ganarse su confianza para que trabajen y desarrollen sus propuestas, convencidas de que esto les ayudará a alcanzar sus objetivos.

Todo trabajo bien hecho, a largo plazo, depende de los mismos factores: tiempo, dedicación, perseverancia; no existen los milagros. El éxito en la consecución de los objetivos, viene precedido de la combinación de un entrenamiento interdisciplinar que abarque los ámbitos físico, técnico-táctico y mental; y el entrenamiento será de mayor calidad, en la medida que cada uno de sus aspectos, venga ejecutado por un profesional de dicho ámbito.

Por suerte, no todo es tan negro. Día a día se reconoce más la importancia de nuestro trabajo en el mundo del deporte y la actividad física y vamos adquiriendo una mayor relevancia como otra figura importante dentro del ámbito deportivo. Contemplo la realidad con esperanza, confiando que con trabajo y perseverancia conseguiremos abrirnos camino, derribando este y otros mitos que se crean a nuestro alrededor y dando paso a una realidad en la que se nos valore como un profesional más. Se necesita tiempo.