La felicidad es uno de esos conceptos tan importantes y utilizados como difíciles de definir. En eso radica buena parte de su importancia: la mayoría de las personas asumen que el tema de cómo podemos llegar a ser felices es algo importante, pero a la vez, cuesta mucho llegar a conclusiones claras y específicas al hablar sobre ello.
En parte, porque la felicidad es, como idea, algo muy abstracto y cambiante; probablemente, incluso un mismo individuo tenderá a definirla de formas muy distintas dependiendo del estado de ánimo que esté experimentando en cada momento.
Ahora bien, si hay una disciplina científica capaz de ayudarnos a comprender del modo más objetivo posible qué es la felicidad, esa es la Psicología. Así pues, veamos en qué consiste este fenómeno según las investigaciones llevadas a cabo por los psicólogos a lo largo de los años.
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Las primeras investigaciones filosóficas sobre la felicidad
Hay varias maneras de entender qué es la felicidad, y las primeras investigaciones realizadas acerca de ello surgieron de la filosofía hace varios siglos, sobre todo a partir del Renacimiento, cuando surge el humanismo y se le da importancia al bienestar de los seres humanos como algo con valor en sí mismo.
Siendo que en esta época prácticamente no existían herramientas y soluciones tecnológicas para intentar estudiar las emociones y los procesos mentales, la tarea de estos pensadores se centró, entre otras cosas, en distinguir entre diferentes definiciones de felicidad, para no pasar de una a otra sin darnos cuenta y mantener la consistencia al intentar estudiar este fenómeno. Así, se trataba de una tarea sobre todo conceptual, basada en ordenar ideas, más que en contrastar hipótesis con datos empíricos.
De este modo surgieron dos concepciones de la felicidad: la hedonista y la concepción de la satisfacción vital. La primera, representada especialmente por filósofos utilitaristas como Jeremy Bentham, señalaban que la felicidad era sobre todo una cuestión de hacer primar el placer sobre el displacer, de manera que en la mayor parte del tiempo las experiencias placenteras eclipsaran aquellas que producen dolor o desagrado.
En esta lógica, varios pensadores partidarios de esta visión también señalaban que más allá de intentar “rellenar el depósito” de experiencias placenteras de modo individual, lo deseable era hace que la mayor cantidad de personas posibles experimentase la mayor cantidad de placer posible.
En definitiva, esta manera de ser feliz pone el foco en la necesidad de gestionar y administrar acciones y experiencias asociadas al placer, y de evitar las situaciones que produzcan displacer.
Por el otro lado, la concepción de la satisfacción vital pone énfasis en la idea de que los seres humanos son felices o no a partir de una valoración global de sus vidas, un proceso que va más allá del acto de experimentar el momento presente y los estímulos que llegan a nosotros a partir del entorno en el que estamos. De este modo, serían felices quienes fuesen capaces de juzgar favorablemente su trayectoria vital, así como sus perspectivas de futuro basándose de lo que han aprendido sobre ellos mismos y sobre su manera de interactuar con el mundo.
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El significado de la palabra felicidad según la psicología
Hasta ahora hemos visto una serie de ideas claves surgidas de la filosofía, pero… ¿qué dice la psicología sobre la felicidad? A fin de cuentas, en la segunda mitad del siglo XIX una parte de la filosofía dedicada a estudiar el comportamiento y los procesos mentales se independizó de sus orígenes basados en la especulación y pasó a buscar pruebas y evidencia empírica en general, dando lugar a la psicología, y con esta transición, determinados objetos de estudio de los filósofos pasaron a ser redefinidos para poder ser abordados científicamente.
Desde el punto de vista de la psicología, la felicidad está caracterizada como un estado mental con un fuerte carga emocional, pero que también se basa en ideas y creencias. En este sentido, la felicidad engloba tanto emociones como elementos cognitivos (es decir, pensamientos estructurados en conceptos entrelazados entre sí, muchas veces a través del lenguaje). Y desde este punto de vista, se tiene en cuenta tanto la lógica cortoplacista del hedonismo como la de la satisfacción vital, inspirada en operaciones mentales más abstractas y largoplacistas.
Aunque en psicología no existe un consenso muy claro acerca de en qué consiste ser feliz, sí se han realizado varios hallazgos muy interesantes que nos acercan a una visión más matizada y completa sobre la felicidad. Son las siguientes.
1. Las personas adaptan su capacidad de ser felices a los contextos de crisis
Una de las características de la felicidad es que cuando las personas pasan por experiencias de gran malestar o de una crisis muy grande que afecta a la calidad de vida, esta se adapta haciendo que las exigencias mínimas para ser feliz pasen a formar un umbral más bajo. Por ejemplo, las personas tienden a asumir que no podrían ser felices si perdieran la capacidad de ver con los ojos, pero las investigaciones revelan que quienes tienen ceguera adquirida son, por lo general, igual de felices que el resto de la población.
2. El nivel de felicidad se adapta a los referentes sociales
El modo en el que somos o no somos felices depende en buena parte del tipo de personas que tengamos como referentes, y las condiciones de vida que les atribuimos. Por ejemplo, las personas con peores condiciones de vida son menos felices si en su día a día se exponen a muchas otras personas que viven significativamente mejor que ellas.
3. La prosperidad material no garantiza la felicidad
Aunque el hecho de disponer de la capacidad de tener todo lo que se necesita para vivir cómodamente nos hace más proclives a ser felices, no garantiza la felicidad. Y Además, llegado un punto, el estilo de vida que en la mayoría de los casos es necesario para mantener un gran nivel de riqueza parece contrarrestar el impacto positivo que esos bienes materiales proporcionan en forma de placer hedónico.
4. La felicidad depende de lo que nos contamos a nosotros mismos sobre nuestras vidas
En cierto modo, los filósofos de la concepción de la satisfacción vital de la felicidad tenían razón: es complicado ser feliz si nos limitamos a llenar nuestras vidas de momentos agradables sin más. Esta lógica basada en la acumulación no tiene por qué ir aparejada con una sensación de estar progresando en la vida, o de estar consiguiendo algo significativo para uno mismo o para la sociedad.
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Referencias bibliográficas:
- Bentham, J. (1780). “Value of a Lot of Pleasure or Pain, How to be Measured”. En An Introduction to the Principles of Morals and Legislation. Londres: T. Payne and Sons.
- Mayerfeld, J. (1996). The Moral Asymmetry of Happiness and Suffering. Southern Journal of Philosophy, 34: pp. 317 - 338.
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- Oishi, S.; Choi, H.; Buttrick, N., et al. (2019). The psychologically rich life questionnaire. Journal of Research in Personality, 81: pp. 257 - 270.
- Phillips, J.; Misenheimer, L.; Knobe, J. (2011). The Ordinary Concept of Happiness (and Others Like It). Emotion Review, 71: pp. 929 - 937.