En una sociedad en la que cada vez se espera más de nosotros, una mayor capacidad para mezclar vida privada y trabajo y una mayor predisposición a estar adaptándonos constantemente a los cambios tecnológicos y sociales, no sorprende que muchas personas sientan que no dan abasto. Hoy en día parece que incluso sentarse a comer en familia supone una pérdida de tiempo, que lo óptimo y lo más eficiente es picotear algo frente al ordenador mientras se leen las noticias o se realizan anotaciones en la agenda; algo similar ocurre con los momentos para dormir y descansar, que pasan a ser bloques de tiempo cada vez más arrinconados en la agenda.
La idea de que a lo largo de la jornada hay que atender a varios frentes a la vez, exprimir nuestras capacidades físicas y mentales para combinar la realización de tareas y así abarcar más en todo lo que hacemos. El multitasking, la capacidad de hacer dos o más cosas a la vez, parece ser el comodín del que tiramos una y otra vez para intentar llegar a todo lo que nos hemos propuesto. Pero… ¿Es esta una manera viable de afrontar nuestros problemas y nuestras responsabilidades?
La respuesta es compleja, pues aunque es cierto que en determinadas circunstancias podemos aprender a realizar dos tipos de acciones distintas al mismo tiempo, en muchos casos el multitasking resulta perjudicial y juega en nuestra contra. Veamos por qué.
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¿En qué consiste el multitasking?
Lo que en psicología y ciencias cognitivas en general se entiende por multitasking es la capacidad de dividir la atención en varios focos para atender a diversas tareas a la vez. Se trata de una aptitud innata que la gran mayoría de seres humanos tienen como resultado de la flexibilidad mental que caracteriza a nuestra especie.
Sin embargo, tiene sus limitaciones y no ha sido diseñada por la evolución para volvernos capaces de hacer perfectamente más de dos cosas a la vez; a fin de cuentas, nuestras aptitudes mentales se basan en el funcionamiento del cerebro, y este no es omnipotente; está constreñido por la cantidad de recursos materiales de los que dispone y del tiempo que se le da para trabajar.
Así pues, la clave es saber que a pesar de que podemos hacer varias cosas a la vez hasta cierto punto, esta manera de comportarse tan solo resulta útil en ciertas situaciones y tiene desventajas de las que debemos ser conscientes.
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Los aspectos negativos del multitasking
Estos son los principales riesgos y efectos negativos del multitasking.
1. Puede hacer que nos cueste más conciliar el sueño
Al hacer varias cosas a la vez, lo que realmente está ocurriendo en nuestro cerebro es que se activan varias redes de neuronas al mismo tiempo, algo que mantiene nuestro sistema nervioso trabajando a marchas forzadas, por lo que se mantiene más activo de lo normal. Por ello, si realizamos multitasking de manera sostenida durante un periodo significativo, nuestras neuronas reajustarán sus ritmos de actividad y permanecerán alerta incuso cuando ya hemos dejado de atender esas tareas, dado que el grado de actividad nerviosa no suele cambiar radicalmente en cuestión de pocos minutos. Y esto puede resultar un problema si el momento de dormir está cerca. Dicho de otro modo: nos iremos a la cama con el cerebro más activo de lo normal, algo que da lugar a los problemas para conciliar el sueño.
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2. Resulta menos eficiente
Por norma general, cuando dividimos nuestra atención entre varias tareas a la vez, ponemos menos cuidado en la realización de cada una; es por eso que prácticamente nadie puede hacer al mismo tiempo acciones complejas con cada mano, como escribir y pintar. Cuanto más nos cuesta hacer algo, más atención requiere, y cuando ya lo dominamos mucho, vamos siendo capaces de hacerlo casi sin pensar en ello; sin embargo, casi siempre seremos mejores en aquello a lo que podemos dedicar toda nuestra atención. Por eso, al pasar al multitasking, somos más lentos y los resultados tienden a ser peores.
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3. Nos estresa
Cuando hacemos dos acciones a la vez y una o más de una so son muy monótonas, suele llegar un punto en el que tenemos que tomar decisiones; en este sentido, se ha visto que llegar al momento de elegir entre varias opciones teniendo la atención dividida genera estrés en nosotros con mucha rapidez, algo que no solo resulta desagradable, sino que perjudica a nuestro equilibrio emocional y hace que nos quedemos “bloqueados” sin saber qué hacer con mayor facilidad.
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4. Nos vuelve más irritables
Si el hecho de hacer dos cosas a la vez ya es intenso de por sí, que otras personas interfieran en ello resulta incluso más incómodo. Por eso, las reacciones hostiles o pasivo-agresivas son más habituales cuando estamos enfrascados en el multitasking, ya que desde nuestro punto de vista, que alguien nos hable o nos pregunte algo es un obstáculo o algo que nos hace perder el hilo de lo que estábamos haciendo (y en lo que hemos invertido bastante esfuerzo).
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Mi nombre es Tomás Santa Cecilia y soy psicólogo experto en el modelo de intervención cognitivo-conductual, con el que ayudo a adultos, adolescentes y empresas. Puedo atenderte de manera presencial en Madrid u online a través de sesiones por videollamada.
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