La palabra instinto se traduce al latín como instinctus que significa impulso y motivación, tiene su raíz en el término instingere que se compone del verbo stingere que se interpreta como impulsar, motivar o incitar y el prefijo -in que hace referencia a algo interno. Como indica su etimología, el instinto sería un impulso o motivación que viene de adentro de nosotros mismos.
Hay que añadir en su presentación que la conducta instintiva se produce generalmente de forma inconsciente, la persona o animal que responde instintivamente no piensa la conducta, simplemente reacciona de forma automática frente a una situación o un objeto concreto.
Identificamos los instintos, sobre todo con los animales, ya que presentan ciertos comportamientos o conductas complejas sin que nadie les haya enseñado a realizarlas. Sabemos que los pájaros son capaces de volar y, es más, son capaces de anticiparse a los cambios de estación y emigrar, y ¿los peces?, nadie les enseña a nadar o a alimentarse. Estos comportamientos no aprendidos los calificamos como instintivos.
Pero contrariamente a lo que queremos pensar, los instintos no son exclusivos del reino animal, los humanos también tenemos comportamientos innatos. Con la evolución y con la construcción de la sociedad es verdad que los impulsos han ido disminuyendo, incluso han llegado a ser vistos como problemáticos, ya que son cada vez menos necesarios y la razón y el lenguaje deberían primar ante otras respuestas, aun así, a veces respondemos de manera automática a ciertas situaciones o estímulos, sin que podamos racionalizar o evitar la conducta manifestada.
En este artículo veremos qué es el instinto de supervivencia, destacando su importancia dentro del reino animal, pero también para el desarrollo del ser humano como especie, también descubriremos dónde y cómo se origina el más básico de nuestros instintos.
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¿Qué es el instinto de supervivencia?
Todos los animales estamos programados para sobrevivir. El instinto de supervivencia es la capacidad que tienen todos los seres que habitan la tierra para hacer frente tanto a las agresiones externas como internas, nos permite seguir con vida y evitar la muerte, tiene como consecuencia y objetivo final la preservación de la especie.
Si intentas matar a una abeja, esta se sentirá amenazada y te clavará su aguijón, al hacerlo morirá de forma inmediata, sin embargo, no puede evitar esta conducta. Si un gato se siente amenazado, responderá con un comportamiento agresivo, erizando la piel y arañando. Como vemos, frente al peligro, un animal actuará de forma innata para salvar su vida, aunque a veces no lo consiga.
Pero no solo existen estos comportamientos, cada especie ha desarrollado, a lo largo de la evolución, habilidades extraordinarias para reconocer y enfrentarse a situaciones peligrosas. Es más, todos los animales de una misma especie reaccionan de la misma manera automática frente al peligro. Esta forma de actuar automática es lo que conocemos como instinto de supervivencia.
La realidad es que los animales tienen los sentidos mucho más desarrollados que los humanos, y pueden darse cuenta del peligro mucho antes que nosotros. Los que convivimos con un perro, no dejamos de sorprendernos cuando empieza a ladrar mucho antes de que nosotros mismos nos demos cuenta de que un desconocido está llegando a casa y toque el timbre.
Esta capacidad instintiva innata no deja de ser lógica, los animales tienen que sobrevivir en la naturaleza nosotros hace tiempo que vivimos en comunidades y ciudades. Para poder enfrentarse a todo los desafíos que se les presentan, los animales poseen complejas conductas de adaptación, ya hemos hablado de comportamientos de reacción ante el peligro, pero no solo estas reacciones permiten la supervivencia, otro tipo de comportamientos extremadamente complejos como la migración en las aves en los cambios de estación, o la hibernación en los osos y otros animales que viven en climas extremos, también hacen que los animales se mantengan con vida y puedan enfrentarse a situaciones extremas. Cada especie presenta diferentes mecanismos y comportamientos instintivos.
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Los tres instintos de supervivencia en el ser humano
Se suele decir que los animales se limitan al instinto y que la razón es la base del comportamiento humano. Sin embargo, al igual que los animales, los seres humanos también respondemos a las agresiones e imprevistos de la vida muchas veces de forma instintiva y automática. El instinto de supervivencia es, y sobre todo ha sido, el principal mecanismo para la evolución de las especies. Sin instinto de supervivencia, no habríamos llegado donde estamos. La principal preocupación de este instinto es asegurar su supervivencia y la supervivencia física del clan.
A diferencia de los animales, en el caso del hombre y su situación actual, con su nivel de socialización hay que ampliar la definición del instinto de supervivencia a los demás; no dejarlo solo a la preservación, al sexo, o la satisfacción de necesidades básicas, como en el caso de los animales. En el hombre existirían tres tipos de instintos o pulsiones (instinto pasado por el lenguaje) instintivas:
Instinto de preservación
La necesidad de preservación física o de supervivencia tiene que ver con la comida, el refugio y la comodidad. Garantiza la seguridad del individuo en función de su necesidad básica de supervivencia. La principal función de este instinto es asegurar la supervivencia física tanto del individuo como la del clan o la comunidad.
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Instinto sexual
El instinto sexual o de encuentro íntimo está ligado al impulso reproductivo, se alimenta de la energía vital y la fuerza de las relaciones cara a cara. Permite liberar la energía creativa y experimentar la sensación de ser únicos, gracias al momento único que se comparte con el otro. La principal función del instinto sexual es la unión y/o la procreación.
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Instinto social
El instinto social o societario caracteriza la necesidad intrínseca de pertenencia a un grupo, una sociedad o una empresa. Nos permite sentirnos más eficaces e inteligentes dentro de una organización de personas, con un objetivo constructivo. La principal preocupación de este instinto es contribuir al progreso del mundo.
Evolución del instinto en los humanos
La evolución del hombre es sin duda una de las más complejas y extraordinarias que se conocen hasta ahora. Hemos recorrido un largo camino durante miles de años. Sin embargo, con el paso del tiempo, las condiciones de vida mejoran y nos obligan a confiar cada vez menos en los sentidos primitivos o instintos.
Los científicos están de acuerdo en que los humanos, como todos los seres vivos, poseen tanto conocimientos adquiridos como innatos. Esta división del conocimiento se encuentra dentro de cada especie.
La escritura o el caminar son conocimientos adquiridos y son el resultado de diferentes factores: la experiencia, el aprendizaje individual, la inteligencia, el razonamiento y lo que en psicología conocemos como reflejos condicionados.
En cuanto al conocimiento innato o lo que llamamos instinto en relación con los animales, como comportamientos que nadie nos enseña, depende del patrimonio hereditario de la especie, los comportamientos inscritos en los genes, como los movimientos migratorios de las aves que habíamos mencionado, un animal reacciona a un ataque, por ejemplo, huyendo. Sin embargo, para los seres humanos la frontera entre lo innato y lo adquirido es a veces ambigua.
Para ilustrar un poco este punto, pensemos en la respuesta de una persona a una agresión. Si la persona por casualidad es cinturón negro de karate, esta será capaz de hacer frente al agresor de una manera diferente a los demás, incapacitándole quizás sin hacerle ningún daño; otras personas huirán y llamarán a la policía; y una persona agresiva puede pegar un puñetazo.
Ante la agresión, se puede experimentar un mecanismo de protección dictado por nuestro instinto, comparable a un reflejo. Pero en este caso, es un reflejo condicionado. Es el resultado del aprendizaje, como podemos deducir de los ejemplos. Sin embargo, en un caso de agresión, no podemos negar la parte del instinto en nuestras reacciones, por lo tanto, formaría parte de nuestros genes.
El origen neurológico del impulso
El instinto de supervivencia se inscribe en el tronco del encéfalo, que forma junto a la médula espinal y los nervios periféricos la principal ruta de comunicación del cerebro. Un estudio llevado a cabo por el Laboratorio Europeo de Biología Molecular identificó los circuitos entre neuronas que permiten la regulación de los impulsos.
Las neuronas de la corteza prefrontal, que controla los procesos mentales que nos permiten procesar la información y elaborar una respuesta, podrían inhibir los impulsos originados en nuestra parte más primitiva del cerebro, el tronco encefálico. Si se bloquean las conexiones entre estas dos partes del cerebro, se podrían inhibir ciertos comportamientos, como la huida. Sin embargo, los ratones que utilizaron para el experimento sí manifestaron señales evidentes de miedo, lo que permitió concluir que se puede evitar la reacción instintiva, pero no la emoción que la origina.
Este estudio ofrece nuevas perspectivas en el desarrollo de terapias para el autocontrol, la ansiedad, fobias, además de trastornos graves como la esquizofrenia, donde el control de los instintos tiene un papel clave.
- Frandsen, G. (2013). El hombre y el resto de los animales. Tinkuy No. 20, 56-78.
- Maldonato M., Dizionario di Scienze Psicologiche, Edizioni Simone.