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Ceguera al cambio: qué es y por qué existe este fenómeno perceptivo

¿Conoces el fenómeno de la ceguera al cambio? Para que lo entiendas de una forma rápida, te animamos a que te preguntes a ti mismo/a si, haciendo el mismo camino hacia el trabajo cada día, te has dado cuenta de cambios en el entorno, meses más tarde de que se produjeran. Seguramente tu respuesta haya sido afirmativa.

En esto consiste la ceguera al cambio: dejar de percibir cambios que se producen en nuestro campo visual; generalmente son cambios que se dan de forma abrupta o de forma gradual. Pero, ¿quién describió este fenómeno? ¿Qué curiosidades más han encontrado en relación a este fenómeno?

Además de responder a estas preguntas, en este artículo nos centraremos en explicar en qué consiste la ceguera al cambio: por qué se produce, cómo se puede reducir, quién puede obtener un beneficio de este fenómeno y cómo puede acentuarse.

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Ceguera al cambio: ¿qué es?

La ceguera al cambio consiste en un fenómeno perceptivo descrito por primera vez por el psicólogo Ronald Rensink, en 1997. Dicho fenómeno hace referencia al hecho de que seamos incapaces de detectar o de percibir ciertos cambios que se producen en nuestro campo visual, cuando éstos son inesperados o graduales.

Es decir, lo que ocurre ante este fenómeno es que directamente no nos damos cuenta de cosas que cambian frente a nosotros, aunque “las estemos viendo”.

La ceguera al cambio es un fenómeno especialmente investigado en los últimos años, que además abarca diferentes áreas del conocimiento (neurociencias, psicología cognitiva, psicología básica…).

Cabe mencionar, que este fenómeno se acentúa si además, tenemos una excesiva confianza en nuestra capacidad para detectar posibles cambios visuales que aparecen en nuestro entorno. Es una realidad el hecho de que la mayoría de nosotros pensemos que “podemos detectarlo todo”, a nivel visual.

Pero este pensamiento en realidad, además de ser poco realista, abre aún más las puertas a la ceguera al cambio, como veremos más adelante.

Ejemplo

Para ilustrar el fenómeno de la ceguera al cambio, vamos a poner un sencillo ejemplo; imagina que estamos viendo una película donde aparece la escena de una tienda, con un dependiente y un comprador. Imaginad que el dependiente se agacha para coger algo (desapareciendo en ese momento de la imagen), y se levanta, siendo otra persona parecida.

Es probable que no detectemos este cambio. ¿Por qué? Por el fenómeno de la ceguera al cambio, que predice que ante este tipo de cambios (como sería el del ejemplo, un cambio abrupto), no nos percatamos de los mismos.

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Origen y curiosidades de este fenómeno de la percepción

La ceguera al cambio, como hemos visto, fue estudiada y descrita por primera vez por el psicólogo Ronald Rensink en 1997. Rensink encontró que este fenómeno perceptivo cambiaba según las modificaciones que se realizaban en el campo visual de la persona; así, no era lo mismo que el cambio introducido fuera gradual, que que fuera repentino o abrupto.

Rensink también encontró que el fenómeno de la ceguera al cambio era mayor cuando los cambios se introducían durante un corte o en una imagen panorámica.

Para poder comprobar si también presentas esta tendencia a la ceguera al cambio, puedes acudir a algunos vídeos en Internet como este:

¿Por qué ocurre?

Una de las posibles explicaciones del fenómeno de la ceguera al cambio (y de hecho, la más aceptada) es la que alude al concepto de economía mental. La economía mental es una manera adaptativa de procesar la información atendiendo sólo a los inputs relevantes, que nos permite ahorrar esfuerzo mental.

Es decir, según esta explicación, nuestro cerebro utilizaría la economía mental a la hora de procesar la información que le rodea del medio. En otras palabras, tendemos a gastar la mínima energía necesaria para realizar los diferentes procesos cognitivos.

Esto es así porque filogenéticamente estamos programados para ello. Con la ceguera al cambio, nuestro cerebro se “ahorraría” el esfuerzo de tener que procesar cambios que quizás, sean irrelevantes.

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La economía mental

Además, esta energía que se “ahorra” nuestro cerebro (o nuestro sistema cognitivo), la podemos utilizar para cosas más importantes (esto podría tener un sentido de supervivencia, o un sentido adaptativo).

Así, nuestro cerebro actuaría a modo de filtro cuando procesa la realidad, no procesando todos los estímulos o inputs que recibe (eso sería imposible, además de una sobrecarga innecesaria y desadaptativa).

Lo que haría nuestro cerebro es filtrar la información y seleccionar los datos según sean importantes o no (a veces de forma inconsciente y no siempre de forma coherente o efectiva, todo tiene que decirse).

Cabe destacar que algunos autores, como por ejemplo Simons y Levin (1998), sugieren que el cerebro selecciona (y atiende) sólo aquellos detalles susceptibles de ser modificados a nivel consciente por el mismo. Esta selección se va configurando, con los años, a través de la experiencia y de la coherencia personal.

Acentuación del fenómeno y factores relacionados

¿Cómo se acentúa el fenómeno de la ceguera al cambio? Una opción es enviar a la persona estímulos que capten aún más su atención, y que le exijan mantenerla fija (atención sostenida).

Con esto, nuestro cerebro se centra en un o más detalles solamente, lo que hace que sea más fácil que los cambios que se producen en el cambio visual, pasen inadvertidos para nosotros (por ejemplo, si presenciamos un atraco, es probable que centremos nuestra atención en la pistola de atracador, y que “olvidemos” el resto de elementos de la escena).

Esto se explica porque nuestro cerebro (o al menos, el de la mayoría de las personas “normales”, sin una sobredotación, por ejemplo), tiene una capacidad atencional limitada, y debe repartir los recursos atencionales de los que dispone entre toda la información que recibe, priorizando unos datos u otros.

Así, como vemos no sólo influye la cantidad de información (o número de estímulos) sino su tipología y calidad (no es lo mismo ver una pistola que ver una barra de pan). De esta forma, nuestras emociones (por ejemplo el miedo) también condicionan el tipo de estímulos al que atenderemos primero (o de forma primordial).

Magos e ilusionistas

Todo esto que explicamos lo utilizan los ilusionistas o los magos para hacer algunos de sus trucos. Así, hacen que centremos la atención en algo que les interesa, para desviarla, a su vez, de lo que no quieren que veamos. Y, la verdad es que… ¡funciona!

¿Somos conscientes de la ceguera al cambio?

La realidad es que no somos conscientes de esta ceguera (a no ser que nos informemos de dicho fenómeno y tomemos consciencia al respecto).

La mayoría de nosotros (a veces de forma inconsciente) creemos que apreciamos y atendemos todo lo importante de nuestra realidad y de nuestro entorno (incluidas las personas), y además, creemos que somos capaces de procesar detalles muy específicos (que, así es, pero no siempre, como demuestra la ceguera al cambio).

¿Se puede reducir el efecto?

Así pues, ¿cómo reducir el efecto de la ceguera al cambio? Primero de todo, siendo conscientes de que existe. Y después, intentando atender más detalles del entorno, aunque como muchas cosas en la vida, ¡es cuestión de práctica!

Referencias bibliográficas:

  • Montserrat, J. (1998). La percepción visual. Biblioteca Nueva. Psicología Universidad. Madrid.
  • Munar, E., Roselló, J. y Sánchez-Cabaco, A. (1999). Atención y percepción. Ed. Alianza. Madrid.
  • Rodríguez, A. y Del Pilar, M. (2002). Limitaciones del concepto de representación en la percepción visual: ceguera al cambio, retención implícita y movimientos oculares. Tesis Doctoral. Repositorio Institucional, Universidad de Oviedo.