¿Sabías que las palabras más difíciles de pronunciar son “te amo”, “perdón” y “ayúdame”?
Decir “te amo” es manifestar pasión por la vida y por el otro. “Perdón” es un acto consciente de humildad para poder perdonarte. Pronunciar la palabra “ayúdame”, traduce lucidez de espíritu, de mente y evidencia la noción de que solos somos insignificantes y nada conseguimos. Es en los mommentos más vulnerables de nuestra existencia que debemos tener valor para pedr ayuda honestamente.
No se vive sin respirar, tampoco se vive sin amar. El poder y el signigicado del amor van mucho más allá de cualquier conocimiento o filosofía.
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Vive con el amor siempre presente y tendrás una vida plena
El amor verdadero es inagotable y no puede ser explicado con palabras. ¿Por qué me es tan difícil tener amor propio? ¿Por qué la opinión de la novia, de los padres, de los colegas, tienen un impacto tan abrumador sobre mí? ¿Cómo puedo protegerme contra los ataques de aquellos, que por una razón que yo no conozco, hacen que me decaiga?
La única forma de defendernos de ataques exteriores es encontrar el amor en nuestro interior, para que éste sea reflejado hacia fuera. Es imposible transmitir amor sin amarnos ante todo. Aunque sea una de las palabras más dificiles de pronunciar, también es de aquellas que no podemos dejar de proferir.
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Cansado de Estar Cansado
Poco antes de dar inicio al grupo terapéutico de la tarde, observé que, en el porche, resguardados de una llovizna que marcaba en el agua de la piscina existente en una de las unidades de internamiento, tres pacientes se disponían a participar en un minigrupo donde comentaban vivencias.
Al admirar desde lejos a aquellos tres seres humanos, que hasta hacía poco tiempo no se conocían, y al observar la forma completamente desinteresada con la que se ayudaban, sentí que aquel tipo de unión podría ser una de la mejores formas de representar, simbólicamente, el sentimiento del amor.
Me acerqué un poco y obrservé que uno de ellos. En aquél momento, sólo había estado con nosotros hacía poco más de una semana. Lloraba compulsivamente, como liberándose de toneladas de dolor, tristeza, angustia y sufrimiento acumulados.
Aquél hombre de 36 años era en esos momentos completamente vulnerable, puro y auténtico, demostrando por sus palabras doloridas, estar "harto de estar harto", de sufrir y "cansado de estar cansado", de tener el tipo de vida que tenía, antes de ser internado.
Cuando le pregunté lo que sucedía, me dijo:
- "Doctor, sé que debido al tipo de vida que llevé, hice daño a las personas que más amo. Ahora estoy sintiendo una enorme culpa con la que no sé lidiar. Mis padres están completamente deshechos. No sé que hacer. Estoy perdido... ¿Cómo voy a poder perdornarme por el sufrimieno que les he provocado?”".
Al ver el estado desesperado en el que se encontraba y sabiendo que aquel momento podría ser crucial para su proceso terapéutico, le respondí:
- "Paciencia... mucha paciencia. No tengas prisa en resolver todos tus problemas a la vez. Al compartir tus sentimientos, como haz hecho ahora, tú ya estás listo para dar lo mejor y comenzar a procesar todas las emociones que, por ser para ti muy dolorosas, las encerraste y enterraste vivas dentro de ti. Continúa compartiendo y pidiendo ayuda. Con el tiempo, vas a perdonarte, vas a liberarte del dolor de tu pasado... y al poco tiempo vas a volver a gustarte".
Al escuchar mis palabras, me dirigió una mirada insegura y me preguntó:
- "¿Crees que eso va a pasar?".
Yo respondí:
- "¡Creo! Tú vas a poder... Yo creo en ti".
En ese momento, al sentir que yo depositaba en él mi confianza y que creía que él iría a colocar todo su empeño para que el tratamiento fuese un éxito, fue visible un alivio inmediato en su rostro. Poco después y siguiendo mi sugerencia, él abrió el grupo terapéutico, dando continuidad a su vivencia.
Debido al amor existente en el proceso de ayuda mutua y la fuerza liberadora del compartir, que continuó manteniendo a lo largo de todo su tratamiento, este joven-adulto vio su amor propio renacer. Se fue liberando del peso negativo que cargaba dentro de sí y, al poco entendió que tendría que perdornarse para así, soltar el peso de su pasado y poder continuar el camino rumbo a una vida mejor, más ligera y más felíz.
Este fue uno de los muchos casos con los que cooperé, en el cuál es posible observar cómo la carga emocional de nuestras vivencias pasadas puede bloquear completamente la motivación de vivir en el presente, o incluso impedirnos considerar que puede existir, para nosotros, un futuro.
¿Qué es la Responsabilidad?
En artículos anteriores vimos una serie de principios para vivir mejor.
Con el primer principio aprendiste a vivir en la verdad contigo, con los demás y con el mundo. En el segundo principio ganaste consciencia de que sólo es posible superar un problema, independientemente de su naturaleza, cuando aceptes que lo tienes.
También sabes que mucho más de que vivir feliz o satisfecho, puedes vivir orientado por el tercer principio, el de la gratitud. Si lo hicieras tendrás una experiencia de vida plena, más valiosa, enriquecedora, estimulante y apasionada. Tu desarrollo personal alcanza el punto máximo cuando puedes vivir en un estado de virtud o felicidad por sentirte completo por el cuarto principio, el del amor.
Sin embargo, necesitamos de incorporar un principio más para que podamos desarrollar equilibrio en los sentimientos y pensamientos. Me refiero al principio de la responsabilidad.
Es importante referir que todos nosotros nacemos sin entender la importancia o el significado de la responsabilidad.
Frecuentemente, utilizamos justificaciones, excusas, manipulamos y victimizamos, en vez de asumir nuestros actos. Desde niños tendemos a culpabilizar a los demás por todo el mal que nos sucede. Tal vez, algunos de nosotros aún no esté preparado para tomar las riendas de sus vidas. Ni todas las personas quieren cambiar y crecer.
Adquirir madurez obliga a asumir responsabilidades, y los verdaderos líderes adoran nuevos retos. Si quieres ser un individuo admirado y responsable, deja de tener pena de Ti. ¡Basta! Ya sufriste demasiado. No pienses que existe una conspiración universal para que falles siempre, o para que te sientas con vergüenza, infeliz.
El Pajarito
En una ciudad había un hombre que era considerado por toda la gente como un gran sábio. Muchas personas venían desde lejos para hacerle preguntas.
Un niño quiso poner al sabio a prueba, planteando una cuestión con una respuesta muy difícil. Y planeó presentarse ante el sabio llevando un pajarito escondido en la mano. "¿Qué tengo escondido en la mano?", indagaría el pequeño. "Si él dice que un pájaro, yo insistiré: ¿Está muerto o vivo?". Planeaba. "Si el sabio responde que está vivo, yo lo aplastaré y lo mataré en ese momento. Si dice que está muerto, la respuesta será errada", meditó el niño, creyendo estar en el plan perfecto. Fue a un nido a buscar un pajarito, salió al encuentro del sabio y le preguntó:
—¿Qué tengo en mi mano? El sabio pensó y dijo: —Un pajarito. —Cierto. Pero, ¿está vivo o muerto? El sabio pensó de nuevo y respondió: —Depende de ti. Si lo aprietas, está muerto. Si abres la mano, está vivo. Depende de ti.
Depende de nosotros optar por la vida o por la muerte, por el amor o por el miedo, por la verdad o por la mentira, por la tristeza o por la alegria, por la ingratitud o por la gratitud, por la responsabilidad o por la irresponsabilidad. Depende de ti.