El condicionamiento es una de las formas de aprendizaje más básicas que existen, tanto en humanos como en muchas otras especies.
Dentro de esta metodología existen importantes conceptos a tener en cuenta, y uno de ellos es el condicionamiento de la evitación. A continuación veremos en profundidad en qué se basa y cómo se genera este tipo de respuesta ante diversos estímulos.
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Qué es el condicionamiento de la evitación
El condicionamiento de la evitación es una forma de respuesta que se puede generar en los procesos de condicionamiento operante, cuando se logra que el individuo dé una respuesta determinada para evitar un determinado estímulo aversivo, pues ha aprendido que mediante esa conducta logra la no aparición de dicho estímulo desagradable.
Para entender correctamente el concepto, primero debemos conocer la lógica del condicionamiento instrumental u operante. En esta forma de aprendizaje por asociación, se busca que un sujeto aumente o disminuya determinada conducta a través de refuerzos (estímulos que hacen más probable la conducta) o castigos (estímulos que hacen menos probable la conducta), ya sea aplicándolos (positivos) o eliminándolos (negativos) cuando ejerce la conducta que buscamos.
Centrándonos ahora en el refuerzo negativo, obtendríamos un tipo de estímulo que, al ser retirado (a eso se refiere el que sea negativo) haría que aumentase la probabilidad de que el individuo mostrase la conducta deseada (de ahí que sea refuerzo y no castigo). Una vez tenemos claros estos conceptos básicos es más sencillo entender en qué consiste el condicionamiento de la evitación.
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Errores comunes: refuerzos e incentivos
Aquí conviene resaltar una cuestión que muchas veces lleva a error, y es que estamos hablando de refuerzo negativo y de estímulo aversivo. Muchas personas creen, erróneamente que todos los refuerzos han de ser estímulos que resulten agradables para el sujeto, pero ya hemos visto que refuerzo únicamente hace referencia al aumento de la probabilidad de la respuesta que buscamos, ni más ni menos.
Por otra parte, también es importante tener en cuenta que siempre que se habla de estímulos aversivos (o recompensas, en el caso contrario), estos adquieren esa condición por la percepción que tiene el individuo en concreto de ellos, no es una característica intrínseca de los estímulos, aunque en ocasiones pueda parecerlo.
Y es que, lo que es agradable para una persona o un animal, perfectamente puede resultar desagradable para otro, o incluso puede variar dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, un alimento será un estímulo agradable para un individuo siempre que este no esté ya saciado, le guste el sabor, no tenga alergias, etc.
Es muy importante tener en cuenta estas cuestiones ya que si no podemos tener dificultades para comprender los fundamentos tanto del condicionamiento de la evitación como de los procesos del condicionamiento operante en general.
Evitación frente a escape
Con el refuerzo negativo podemos obtener dos conductas claramente diferenciadas, que son el escape y la evitación. ¿En qué se diferencian? Ambas tienen que ver con la eliminación de un estímulo que resulta aversivo para el sujeto, pero la clave aquí estaría en el momento de la aplicación de dicho estímulo.
Si se le aplica el estímulo aversivo primero y el individuo emite la conducta que buscamos con el fin de eliminar dicho estímulo, estaríamos hablando de condicionamiento de escape. Sin embargo, si el sujeto ha aprendido que emitiendo la conducta logra que no se le aplique el estímulo desagradable (que vendría después), se trataría de condicionamiento de la evitación.
Ante la disyuntiva de escape y evitación, la clave para diferenciar ambos tipos de respuesta sería visualizar la línea temporal de los acontecimientos y descubrir si gracias a la respuesta, la persona logra que finalice el hecho desagradable o por el contrario consigue que nunca llegue a tener lugar (siendo este segundo caso el condicionamiento de la evitación que estamos estudiando).
Estímulo discriminativo
Uno puede preguntarse cómo es posible que el sujeto anticipe que va a tener lugar ese evento desagradable que es el estímulo aversivo y por lo tanto es capaz de emitir la respuesta adecuada para evitarlo antes de que tenga lugar y darse, por lo tanto, el condicionamiento de la evitación.
Esto se logra a través de lo que se conoce como estímulo discriminativo, un estímulo que por sí mismo es neutro pero que precede al que sí que resulta aversivo, por lo que el individuo pasa a estar prevenido de lo que va a suceder y por lo tanto puede tomar la decisión de dar la respuesta para evitarlo.
En este caso, la conducta del sujeto aumentará dado que logra el objetivo que la persona busca, que no es otro que conseguir que no llegue a presentarse el estímulo desagradable para él, y que ya sabe que ocurre siempre después del estímulo discriminativo, a no ser que efectúe esa conducta en cuestión.
Frente a la evitación discriminada, que sería la que utiliza el estímulo discriminativo para “avisar” al sujeto de que el estímulo aversivo va a hacer su aparición de manera inminente, existe otra metodología para intentar lograr el condicionamiento de evitación. Se conoce como evitación indiscriminada o procedimiento de evitación de operante libre de Sidman.
Esta otra forma de trabajar con la evitación, en lugar de utilizar una señal que prevenga al individuo del estímulo aversivo, lo que hace es aplicar este estímulo siguiendo un patrón temporal, de manera que aparezca siempre cada cierto tiempo, a no ser que el individuo emita cierta conducta, cuya consecuencia sería aplazar la siguiente aplicación del estímulo aversivo.
Sin embargo, los resultados indican claramente que la metodología de Sidman obtiene unos resultados mucho peores que los que se consiguen con el condicionamiento de la evitación discriminada. Para empezar, el aprendizaje lleva mucho más tiempo en el primer caso que en el segundo. Por otro lado, las respuestas de evitación que se consiguen carecen de estabilidad, elemento que, sin embargo, sí se manifiesta en el segundo método.
Por último, la conducta de evitación a través del método de Sidman es muy fácilmente extinguible, olvidándose al poco tiempo de dejar de presentar el estímulo aversivo. Por el contrario, cuando se utiliza el estímulo discriminativo, el condicionamiento de la evitación es fuerte y por lo tanto difícil de extinguir, necesitándose mucho tiempo para lograrlo.
Ejemplo práctico
Veamos un ejemplo práctico para comprender mejor las implicaciones del condicionamiento de la evitación y además poder comparar las metodologías de la evitación discriminada y la evitación indiscriminada. Uno de los estudios típicos es el que se ha realizado con ratones y ratas de laboratorio, a los que se introduce en la llamada caja de evitación.
Esta caja consta de dos estancias diferenciadas, separadas por una puerta abatible. Uno de los compartimentos cuenta con unos elementos para transmitir la electricidad, estímulo que se aplica cada cierto tiempo. Sin embargo, esta descarga eléctrica afecta únicamente a un compartimento, pero no al otro.
En el primero de los estudios, el que utiliza la evitación discriminada, cada una de estas descargas irá precedida de un estímulo discriminativo, que en este caso va a ser una señal auditiva, con la que se busca alertar al ratón de la inminente descarga que va a recibir, a no ser que salga inmediatamente del compartimento inseguro y pase al seguro.
En el segundo estudio, este tipo de señal auditiva no se aplica, por lo que la única pista que el ratón recibe sobre las descargas eléctricas que se aplican al primer compartimento es la periodicidad de la propia descarga, ofreciéndole un patrón temporal estable.
Los resultados son concluyentes. En el primero de los casos, el ratón necesita tan solo unos pocos ensayos para encontrar el patrón y huir rápidamente al compartimento seguro de la caja en cuanto suena la señal auditiva, logrando al poco tiempo que no le afecte ninguna de las descargas.
Por otro lado, los ratones que no son advertidos mediante dicho pitido, lo tienen mucho más complicado y, aún tras muchas repeticiones, siguen sufriendo numerosas descargas porque no son capaces de encontrar la relación entre el patrón del tiempo entre corriente y corriente, por lo que no se logra un buen condicionamiento de la evitación, no como en el primer caso.
Tal y como anticipábamos en las características de estas metodologías, se comprueba que la respuesta con el primer método resulta ser inmensamente más estable, se aprende mucho antes y es más duradera, complicándose extinción. En el caso contrario, el del método Sidman, ocurre todo lo contrario. El aprendizaje es lento y caótico, no se aprecia una estabilidad en las respuestas y además se pierde fácilmente dicho patrón.
Queda claro, por lo tanto, que la utilización de un estímulo discriminativo es vital para lograr un condicionamiento de la evitación de calidad, pues los resultados obtenidos son mucho más satisfactorios que los del estudio en el que se renuncia a esa anticipación del estímulo aversivo mediante una señal.
Referencias bibliográficas:
- Domjam, M. (2007). Principios de aprendizaje y conducta. Madrid. Paraninfo.
- Domjan, M., Santos, J.M.R. (2002). Bases del aprendizaje y el condicionamiento. Del Lunar.
- Pérez-Acosta, A.M., González, A.P. (1998). Conducta de evitación: adquisición y extinción. Suma Psicológica.