La biofilia es un término que ha sido definido en un principio por Erich Fromm como el amor a la vida, visto desde una perspectiva psicológica y de supervivencia, mientras que Edward O. Wilson fue quien desarrolló en mayor profundidad su significado y su influencia en el ser humano con mayor profundidad, dando a este término un carácter más biologicista y evolutivo.
Para Wilson la biofilia es conocida como una afinidad del ser humano, de origen innato, por todos los seres vivos y por la vida en sí misma, de manera que entre sus necesidades primarias para sentirse sanos y lograr un bienestar sería la necesidad de estar en contacto con la naturaleza.
En este artículo explicaremos con mayor detalle en qué consiste el concepto de biofilia, cómo surgió y también hablaremos de algunas investigaciones realizadas en torno a este concepto que han mostrado unos resultados bastante reveladores, entre los que cabe destacar los beneficios de estar en contacto con la naturaleza para la salud mental.
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¿Qué es la biofilia?
La biofilia es un concepto que fue en un principio utilizado por el psicólogo Erich Fromm, autor de libros como “El arte de escuchar”, “El arte de amar” o “El miedo a la libertad”, entre otros. Para Fromm la palabra biofilia se refiere al amor a la vida, siendo la esencia de esa ética humanista que ha cobrado especial protagonismo en sus libros al ser unos de los temas centrales en los mismos.
En este sentido la biofilia parte de una perspectiva encauzada a la supervivencia desde una actitud cuidadosa, productiva y también creativa hacia la propia vida, siendo fundamental para la salud mental de cada persona.
En el polo opuesto de la biofilia estaría el término necrofilia, que se refiere a la atracción que tienen algunas personas hacia la muerte o hacia cualquier aspecto que tenga alguna relación con la misma.
Del término necrofilia partió Fromm para hablar sobre el término biofilia al conocer las palabras que Miguel de Unamuno utilizó para responder al general Millán Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, cuando éste último pronunció en su discurso las palabras ¡viva la muerte!, a lo que Unamuno respondió, entre otras palabras, que acababa de oír un necrófilo e insensato grito y que le atormentaba pensar que el general Millán Astray tuviera el poder de dictar las normas de la psicología de las masas.
Esta historia tuvo un significado muy hondo para Fromm, dado que el término necrofilia confrontaba con su visión humanista, de amor por la vida y de supervivencia del ser humano. Sin embargo, asumió el término necrofilia como un rasgo psicodinámico de carácter motivado de algunos seres humanos. Fromm llegó a utilizar el término necrofilia, en detrimento de la biofilia, en algunas de sus obras para referirse a la agresión maligna, ese tipo de crueldad y destructividad humana que implica el deseo de dejar a los demás estando basado en un placer sádico.
Tras Fromm, fue el biólogo Edward O. Wilson quien elaboró en mayor profundidad el concepto de biofilia, destinado su libro “Biophilia” (1984), en el que establece la afirmación de que las personas sienten una afinidad de origen innato por todos los seres vivos y por la vida en sí misma, de manera que entre sus necesidades primarias para sentirse sanas y lograr un bienestar sería la necesidad de estar en contacto con la naturaleza. En este sentido, Wilson afirmó que el ser humano ha logrado vivir y sobrevivir a lo largo de toda su historia estando en contacto con la naturaleza, ya que hace muy poco que vive en ciudades.
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Relación entre la biofilia y la salud mental
Siguiendo la publicación de Wilson, en la que considera que el concepto biofilia está fundamentado en esa necesidad primaria que tienen los seres humanos por estar en contacto con la naturaleza, puesto que el 99% de la historia de la humanidad ha transcurrido estando estrechamente vinculados a ella.
Se han desarrollado diversas investigaciones al respecto, entre las que cabe destacar un estudio sociológico en el que participaron más de 350.000 personas, publicado en 2009, en el que se confirmó la teoría de Wilson al encontrarse que cuanto más rodeadas estuviesen las personas en el lugar en el que vivían, menos frecuentes eran los casos de trastornos mentales, enfermedades pulmonares y vasculares, por lo que la calidad de vida y, por tanto, el bienestar percibido eran mayores en las personas que habitaban en entornos rurales que en aquellas que vivían en las grandes ciudades.
Por otro lado, hay otros estudios que hablan de un conjunto de síntomas recogidos dentro de la denominación de “trastorno por déficit de naturaleza”. Dejando a un lado las etiquetas y los diagnósticos, sí que se ha podido observar en este sentido que existen una serie de manifestaciones negativas en diferentes niveles de la salud física y psicológica como unos mayores niveles de obesidad y depresión en entornos urbanos.
Estas investigaciones que apoyan la teoría de la biofilia y similares, han encontrado que el entorno natural facilita la experimentación de sensaciones positivas y también disminuye los niveles de estrés, por lo que una buena opción para aquellas personas que están experimentado unos niveles de estrés elevados sería una escapada a cualquier entorno natural siempre que sea posible.
Incluso se ha podido observar algunas investigaciones que, dentro de las ciudades, los paseos rutinarios por los espacios urbanos en los que se encuentre abundante naturaleza y unos niveles de ruido menores que en el centro urbano, como pueden ser los parques o los paseos fluviales, ayudan a disminuir los niveles de estrés y depresión, siendo también una opción muy aconsejable para niños y adolescentes que se encuentran expuestos a unos altos niveles de ruidos y estrés por el ajetreo diario, junto con una pobre exposición a la naturaleza, lo que en conjunto perjudica gravemente a un correcto y sano desarrollo.
Asimismo, diversos estudios afirman que un paseo por la naturaleza diario mejora los niveles de concentración de los niños y niñas, por lo que sería una rutina más que aconsejable poner en práctica. Esto podría deberse a que cuando las personas se encuentran rodeadas de naturaleza tienen menos estímulos distractores e irrelevantes que si estuvieran en la ciudad, de manera que el sistema de la atención ejecutiva, que se encuentra afectado en los casos con TDAH, puede descansar y relajarse logrando aliviar ese desgaste que se suele sufrir en el potencialmente estresante entorno urbano.
A raíz de la pandemia por el coronavirus hemos podido comprobar la influencia de la biofilia en el ser humano al observar esa necesidad de estar al aire libre, especialmente durante la etapa del confinamiento, lo que ha dado paso a una mayor valoración de los beneficios de estar rodeados de naturales y es que un hábito que ha crecido notablemente durante estos últimos años ha sido la práctica de ejercicio físico y, especialmente, del senderismo en la montaña a través de diferentes rutas.
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Influencia de los factores ambientales y genéticos en la biofilia
En un estudio publicado en 2022 por Chia-chen Chang y sus colaboradores se investigó con 1.153 parejas de gemelos acerca de las contribuciones ambientales y genéticas de la bioética, como esa orientación humana hacia la naturaleza, como la preferencia por vivir en áreas menos urbanizadas y también en relación a diversos factores que influyen en la experiencia en la naturaleza (por ejemplo, duración, frecuencia de las visitas a lugares en los que se esté rodeado de naturaleza, etc.).
En el caso de cada pareja de gemelos monocigóticos, que comparten casi el 100% de sus genes, se pudieron observar grandes similitudes entre sí en su orientación hacia la naturaleza y también en la frecuencia en la que optan por visitar algún lugar de naturaleza, siendo menor el porcentaje de similitudes en aquellos gemelos dicigóticos, que comparten un 50% de sus genes aproximadamente.
Este último estudio mostró unos llamativos resultados al encontrarse que había una moderada heredabilidad de la biofilia u orientación hacia la naturaleza (46%), y también se encontró que había influencias ambientales considerables en la frecuencia de las experiencias en la naturaleza, al estar moderadas por el nivel de urbanización de la localidad en la que se hayan criado las personas. Este estudio abre la puerta de un nuevo enfoque de investigación acerca de la bioética y las interacciones hombre-naturaleza al haber demostrado las contribuciones de los genes en las experiencias en la naturaleza de los seres humanos.
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