Ya nos invitaba Jung a pensarnos: “Hasta que no hagamos consciente lo que llevas en tu inconsciente, este último dirigirá tu vida y tú le llamarás destino”.
El inconsciente abarca una alta porción de nuestro sistema central. Es responsable del complejo hecho de estar vivos; imagínate si no cuando a través del inconsciente respiras, tragas, parpadeas, se regeneran tus células, se procesa tu digestión y todas las funciones vitales automáticas van por cuenta del inconsciente. El acto de respirar es ese mismo que te conecta directamente con la vida y con la vibración del oxígeno; un acto que nos conecta con el presente, dejarlo en el inconsciente es perdernos la magia de vivir.
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¿Qué encontramos en el inconsciente?
Estamos distraídos y esa es la función primaria de la mente; mantenernos los más distraídos posible para no ocuparnos de nuestra historia, de nuestra verdad y entrar en un propósito de libertad.
Por eso, debemos estar más despiertos para que tengamos el gusto de vivir en el presente. El inconsciente hace miles de funciones a la vez, y su capacidad de proceso es de 20 millones de ciclos por segundo comparado con los 40 ciclos por segundo de la conciencia, este último una referencia en términos metafísicos.
Además, el inconsciente es el responsable de hábitos y patrones de comportamiento que ejecutamos de forma repetitiva, razón que explica las respuestas cíclicas que asumimos, ciclos de sufrimiento que solo terminan cuando te permites trascender a la conciencia.
Pero... ¿qué encontramos en el inconsciente? Sus principales elemetos son:
- Lo olvidado: no está perdido, está guardado, puede ser temporal o definitivo.
- Lo reprimido: eso que rechazamos y que no asumimos como propio.
- Los complejos: estados mentales de aprendizajes que se manifiestan con pérdida de valor personal.
- Lo creativo o vocacional: todas las capacidades y talentos latentes se albergan en el complejo universo de Inconsciente.
Acceder a la información inconsciente nos permite desencadenarnos y vivir una vida en estado de plenitud. Podemos acceder a este por medio de los sueños, la meditación, el silencio, el diálogo socrático y la mayéutica, y tantas maneras que nos llevan a la introspección.
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Las leyes del Inconsciente
Las leyes del Inconsciente son las siguientes.
1. Es atemporal
Es decir, para el inconsciente no existen el pasado y el futuro, el inconsciente se mueve en un continuo presente, para él todo está sucediendo aquí y ahora, es por esta razón que cuando se es niño y se experimenta la sensación del abandono; es la misma sensación que experimenta el adulto, todos los días hasta resignifique y reemplace la percepción que le genera sufrimiento por una más compasiva.
2. Inocencia
El inconsciente no tiene juicio ni discernimiento, no existe lo bueno o malo, tampoco identifica los chistes y graba todo lo que le parece relevante para nuestra supervivencia sin hacer análisis ni lógico ni racional. Graba todo tipo de creencias y las asume como reales.
3. Unicidad
Para el inconsciente todos somos uno, el otro representa un reflejo de nosotros mismos.
4. Simbolismo
El inconsciente es simbólico, es decir, no distingue entre lo real y lo imaginario o virtual. Los rituales, las ceremonias y los actos representativos y simbólicos funcionan a la perfección con el inconsciente, ya que a través de ellos hablamos en su mismo lenguaje.
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¿Cómo develar la información mejor guardada en el Inconsciente?
Existen muchas maneras de acercarnos a la verdad. Los sueños, el lenguaje onírico, es representación pura de la información inconsciente; por eso es de mucha utilidad llevar un diario o memoria de los sueños. Es posible que hoy no entendamos el manifiesto o la simbología de esta información, pero va a ir tomando sentido en la medida que abrimos la caja de pandora: El despertar.
A Través de los actos simbólicos, engañamos o hackeamos nuestro sistema, reemplazando situaciones que nos generan malestar por unas de mayor cuidado por medio del acto simbólico de la visualización; recordemos que el inconsciente no reconoce entre lo real y lo imaginario, es por esto que todo lo que crees lo creas a nivel inconsciente y este termina por convertirse en tu verdad y se materializa en tu realidad.
El reto está en poner en silencio nuestro sistema para ir depurando la mente, que es la responsable de nuestra distracción constante. ¿Cómo ponemos “mute” a nuestra mente? Técnicas como la meditación, el silencio, el arte-terapia, la visualización, entre otras, facilitan la gestión de la mente.
La introspección es la técnica que nos acerca de manera aclaratoria a la propia verdad. Es por esto que en psicoterapia se hace necesario el método socrático para que a través de la mayéutica el consultante logre aclarar su verdad.