Las emociones son un fenómeno muy importante dentro del ámbito de la psicología debido a que influyen notablemente en el pensamiento y en el comportamiento, por lo que también repercuten en la salud mental; además, están compuestas por el comportamiento expresivo, la experiencia consciente y por el arousal a nivel fisiológico.
Las emociones neutras o ambiguas son aquellas que no son agradables ni tampoco desagradables; es decir, son aquellas emociones que no son negativas ni positivas, aunque comparten algunas características de ambas clases, ya que se parecen a las positivas en cuanto a su brevedad a nivel temporal y a las negativas en cuanto a la gran movilización de recursos que generan.
En este artículo veremos en qué consisten las emociones neutras; sin embargo, antes conviene ver brevemente qué significa el concepto de emoción y cuáles son los diferentes tipos existentes, entre los que se encuentran las emociones neutras.
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¿Qué entendemos por emoción en general?
El concepto de emoción, etimológicamente proviene de la palabra del latín "emotio", cuyo significado es "aquello que nos mueve hacia", "impulso o movimiento", siendo una capacidad de los seres humanos que nos acerca o también puede alejarnos de determinadas situaciones, circunstancias y/o de otras personas.
Así pues, las emociones suelen ser impulsos que van encaminada hacia una acción, por lo que inclinan a las personas hacia un comportamiento concreto.
En el ámbito de la psicología, la emoción es un estado determinado de un organismo que sobrevive en una serie de condiciones muy definidas (situación emocional) estando acompañado de una experiencia que es subjetiva y también de una serie de manifestaciones somáticas y viscerales; pudiendo estudiarse las emociones desde diferentes perspectivas teóricas, como las teorías cognitivas, conductuales, fisiológicas, evolutivas y neurológicas.
También podemos encontrar dentro del ámbito de la psicología la siguiente definición sobre la emoción: se conoce como ese estado mental, sentimiento fuerte, inquietud o impulso intensos que están dirigidos hacia un objeto concreto y evidenciados a través de la conducta y de los cambios a nivel psicológico, así como también a través de las expresiones faciales o los gestos de la comunicación, además de la modulación de los sentimientos; acompañado todo ello de las manifestaciones a través del sistema nervioso autónomo (SNA).
Existen diversos tipos de emociones: emociones neutras o ambiguas, positivas (emociones agradables) o negativas (emociones desagradables). También pueden clasificarse las emociones entre las siguientes categorías: primarias o básicas, secundarias, estéticas, sociales o instrumentales.
Ahora que ya hemos visto qué significa el concepto de emoción, desde diferentes perspectivas, y cuáles son los diferentes tipos, pasaremos a explicar en qué consisten las emociones neutras.
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¿Qué son las emociones neutras?
Las emociones neutras, también conocidas como emociones ambiguas, son aquellas que no son agradables ni tampoco desagradables. En otras palabras, son aquellas emociones que no son negativas ni positivas, aunque comparten algunas características de ambas clases, ya que se parecen a las positivas en cuanto a su brevedad a nivel temporal y a las negativas en cuanto a la gran movilización de recursos que generan. Dentro de las emociones neutras, conviene destacar la emoción de sorpresa.
Se podría decir que las emociones neutras son las más breves de todas, ya que suelen producirse de manera súbita ante una situación extraña y/o novedosa, llegando a desaparecer tan rápidamente como había aparecido. Asimismo, este tipo de emociones suelen convertirse enseguida en otra emoción que sea congruente con el contexto y la situación concreta que desencadenó la emoción neutra (p. ej., sorpresa ante una visita inesperada de un amigo que hacía años que no veías, que enseguida se convierte en una expresión de alegría por ver a su amigo).
Por otro lado, de forma conjunta a la reacción a nivel emocional se produce un incremento de forma general de la actividad cognitiva, lo que posibilita al sujeto que pueda identificar y también hacer un análisis y una valoración de los factores y condiciones que han desencadenado dicha emoción.
Cabe destacar que hay autores que consideran que no existen emociones neutras, ya que se cuestionan que la sorpresa sea una emoción realmente al no tener valencia (ya sea positiva o negativa); en cambio, hay otros que consideran que además de la sorpresa existen otras emociones neutras, siendo estas las siguientes: la compasión y la esperanza; aunque estas son menos reconocidas como emociones neutras que la sorpresa.
1. Desencadenantes de las emociones neutras
Las emociones neutras normalmente son desencadenadas a causa de una serie de estímulos novedosos, siendo estos de un intensidad que puede ser débil o moderada; también pueden desencadenar emociones neutras los aumentos de manera brusca de la intensidad a nivel estimular, la interrupción de una tarea que se estaba llevando a cabo en el momento o la aparición de acontecimientos fuera de lugar o que la persona no esperaba.
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2. El procesamiento a nivel cognitivo de las emociones neutras
A nivel cognitivo, las emociones neutras son procesadas con un bajo nivel de control y predicción, puesto que normalmente los desencadenantes de este tipo de emociones suelen aparecer de manera abrupta o con bastante rapidez, por lo que la persona debe procesar cognitivamente y afrontar esa situación de forma urgente.
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La sorpresa
Dentro de las emociones neutras cabe destacar la sorpresa, producida cuando sucede algo que no se esperaba; es decir, que la sorpresa se desencadena por algo novedoso, extraño o imprevisto, siendo una emoción básica con una duración bastante corta que no debe clasificarse como positiva o agradable, ni como negativa o desagradable.
A causa de ese desencadenante novedoso, extraño o que no estaba previsto, la memoria de trabajo, la atención y en general la mayoría de los procesos psicológicos ocupan sus energías en procesar esa simulación que causó la emoción de sorpresa, dando seguidamente paso a que se convierta en otra emoción que es congruente con esa situación estimular desencadenante de esta emoción neutra.
Por otro lado, la sorpresa cumple una importante función para las personas, puesto que se encarga de limpiar el sistema nervioso central (SNC) de toda aquella actividad que pudiera llegar a interferir con el ajuste a un cambio imprevisto causado a nuestro alrededor.
Cabe mencionar que la sorpresa, para algunos autores, es la única emoción que es indeterminada hedónicamente, y esa neutralidad hedónica ha llegado a resaltarse a través de diversas teorías sobre la emoción (por ejemplo, el modelo de expresión de emocional de Schlosberg, el mapa del humor bidimensional de Watson y Tellegen o el modelo circular o circumplejo de emociones de Russell.
Además, la sorpresa es la única, dentro de las emociones básicas, que es elicitada a causa de un sola dimensión de evaluación del estímulo que la desencadenó, siendo este inesperado.
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¿Realmente existan las emociones neutras?
Hay algunos autores que consideran que es difícil que haya emociones neutrales, sosteniendo que la sorpresa está más relacionada con las emociones negativas o desagradables que con las positivas o agradables, puesto que la expresión fácil de estar emoción se parece más, en cuanto a la forma en que se expresa fácilmente, a las emociones negativas, especialmente a la emoción del miedo.
Otros estudios realizados sobre las emociones neutras han concluido que la sorpresa tiene más en común con las emociones positivas o agradables, debido a que cuando se le pidió a los sujetos participantes en la investigación que pensaran o recordasen sorpresas que hubieran experimentado a lo largo de su vida tendían a recordar en mayor medida momentos agradables que causaron en ellos la emoción de sorpresa.
No obstante, también cabe decir que algunos autores consideraron que la dominancia de recuerdos positivos en relación a las sorpresas podría atribuirse en gran medida a la memoria selectiva que solemos tener las personas para recordar mejor los sucesos positivos o agradables antes que los negativos que causaron malestar.
En cualquiera de los casos, vamos a concluir diciendo que en el ámbito de la psicología está ampliamente consensuada la aceptación de la sorpresa como una emoción neutra, siendo hasta ahora la única emoción que ha sido clasificada en esta categoría.
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