Hacer una rutina de ejercicio diario es una excelente manera de mantener en forma a nuestro órgano más vital: el corazón. Pasear, andar en bicicleta, correr o nadar son algunos de los ejercicios más saludables y que más calorías consumen. El pulsómetro es un aparato electrónico que poco a poco se está convirtiendo en un instrumento indispensable para deportistas de todo el mundo. En unComo te explicamos cómo usar tu pulsómetro y aprovecharlo al máximo.
¿Qué es y para qué sirve un pulsómetro?
El pulsómetro es un dispositivo electrónico que nos permite medir nuestra frecuencia cardíaca en tiempo real, es decir, cuántas pulsaciones por minuto está produciendo nuestro corazón. Este moderno dispositivo está compuesto por una correa elástica cubierta de electrodos que se acopla a nuestro pecho, más o menos a la altura del corazón.
Estos electrodos son los encargados de recoger los datos de las pulsaciones y enviarlos a un dispositivo, parecido a un reloj digital, que se suele llevar en la muñeca. Es allí donde va apareciendo nuestra frecuencia cardíaca para poder tenerla controlada, en especial aquellas personas con enfermedades coronarias. Sin embargo, los últimos modelos incluyen opciones como GPS integrado, contador de calorías o cuentakilómetros.
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¿Por qué es importante medir nuestra frecuencia cardíaca?
La frecuencia cardíaca suele definirse como el número de veces que el corazón se contrae por minuto. Para que este órgano bombee la sangre a todo el organismo con de una manera óptima, tiene que hacerlo a una determinada presión y con una determinada frecuencia.
En estado de reposo, la frecuencia cardíaca suele estar entre las 50 y las 100 pulsaciones por minuto, aunque cuando practicamos ejercicio éstas se disparan. Es entonces cuando deberemos controlar que el esfuerzo no esté siendo excesivo, pero ¿cuándo deberíamos preocuparos si la frecuencia cardíaca se dispara?
Existe una regla para calcular la frecuencia cardíaca máxima: restar a 220 nuestra edad. Así, cuanto más jóvenes somos, mejor aguantamos un ejercicio aeróbico que nos dispare las pulsaciones. Por ejemplo, si tenemos 60 años nuestra frecuencia cardíaca máxima sería de 140 pulsaciones por minutos, mientras que con 20 años podemos llegar a las 200 sin miedo a sufrir complicaciones. De todas formas, es aconsejable que las pulsaciones no sobrepasen las 170 por minuto durante mucho tiempo.
¿Quién debería usar el pulsómetro?
Existen muchos y variados motivos para usar el pulsómetro. En primer lugar, todas aquellas personas que sufran de algún tipo de enfermedad coronaria o hayan experimentado un accidente cerebro-vascular (infarto, angina de pecho, etc.) deberían hacer uso de este aparato. Normalmente los médicos suelen aconsejar una rutina suave de ejercicio para este tipo de dolencias; sin embargo, es de vital importancia que ese esfuerzo no sea excesivo.
También son amantes del pulsómetro los deportistas profesionales y entrenadores personales, que elaboran rutinas de ejercicio que luego analizan ateniéndose a los datos arrojados por el dispositivo: si la frecuencia cardíaca ha sido elevada, es que el nivel de dureza del ejercicio va por buen camino.
Aquellas personas cuyo objetivo es el de quemar calorías y perder peso deben tener en cuenta un pequeño dato: es cierto que cuanto más duro sea el ejercicio más adelgaza pero quemar calorías también es cuestión de tiempo. Muchos nutricionistas advierten que, para empezar a perder peso, es necesario hacer ejercicio continuado durante al menos 30 minutos. Por ello, es aconsejable que la frecuencia cardíaca no supere las 120 o 130 pulsaciones por minuto. En este caso cuanto más rato aguantemos, mejor.