La vida moderna tiende a llevarnos hacia unos hábitos muy sedentarios. Si te pareces a la mayor parte de los habitantes de Occidente, aunque te parezca que estás respondiendo a las exigencias del día a día en muchos campos de batalla (el trabajo, la familia, la comunidad, etc.) lo cierto es que, a la práctica, tu cuerpo está tendiendo a acostumbrarse a los mismos movimientos y las mismas posturas. Planteémonos, por ejemplo, cuántas horas diarias nos pasamos sentados, y qué postura adopta nuestro tronco cuando lo hacemos. La monotonía y la pasividad son unas constantes en la vida de la mayor parte de nuestros grupos musculares, y esto es algo que pasa factura a nuestra calidad de vida.
Afortunadamente, existen maneras de reactivar nuestro cuerpo para que sea la máquina versátil y confiable que durante milenios ha sido moldeada por la evolución. Tanto en el mundo del fitness como en el de la salud y la medicina, cada vez cobra mayor protagonismo de expandir las posibilidades de movimiento que el sedentarismo ha ido acortando desde nuestra infancia.
El método Feldenkrais es una de estas llamadas a la acción.
¿Qué es el método Feldenkrais?
El método Feldenkrais propone una manera de aprender (o re-aprender) el funcionamiento del propio cuerpo a partir de unas pautas de movimiento y la generación de unos estados mentales determinados. En sus sesiones, un experto va indicando cómo realizar ciertos movimientos a la vez que el practicante los realiza y concentra su atención en estos. El objetivo de esto es que el cerebro registre bien las asociaciones entre los movimientos, los músculos que se activan y las sensaciones que esto produce, de modo que estos movimientos pasen a formar parte del repertorio habitual y se realicen automáticamente, sin necesidad de concentrarse en ello.
Los objetivos principales del método Feldenkrais son la mejora de la postura, del rango de movimiento, de la coordinación y de la flexibilidad, además de optimizar la eficiencia en el uso de grupos musculares.
En definitiva, el método Feldenkrais es un sistema de educación somático que plantea la necesidad de sacarle el máximo partido a las posibilidades de movimiento y fuerza del propio cuerpo, para poder desenvolvernos en cualquier situación sin esfuerzos y tensiones innecesarias.
¿Cómo se realiza?
Existen dos modalidades básicas en las que se puede seguir el método Feldenkrais: grupal e individualmente. Sin embargo, ambas marcan los mismos objetivos y también en las dos se proponen ejercicios centrados en el movimiento y la atención dirigida.
Las sesiones consisten en la repetición de series de movimientos fáciles de ejecutar. El practicante suele realizar esto estando estirado en una colchoneta, aunque algunas series se hacen de pie. Durante las sesiones es necesario seguir unas instrucciones que hacen referencia tanto a los movimientos observables como a los estados mentales de quien lo practica, con el objetivo básico de que la atención esté totalmente focalizada en los movimientos para que en el futuro puedan realizarse de manera automática en todo tipo de situaciones que lo requieran. Los movimientos utilizados en el método Feldenkrais no suponen ningún esfuerzo ni dolor, ya que no se fuerzan bruscamente las articulaciones ni los tendones.
El hecho de que se enfatice el aspecto físico (movimiento) y el psicológico (atención) es una muestra de la filosofía de la mente de la que parte el método Feldenkrais: se asume un componente corporal y otro mental que deben trabajar harmoniosamente para que todo el sistema (la persona) funcione como debe. Es un enfoque dualista mente-cuerpo en el que se deben reconocer las particularidades de cada uno de los dos componentes para que ambos puedan integrarse bien.
Críticas desde la ciencia
El método Feldenkrais sitúa en su punto de mira objetivos interesantes desde el punto de vista del fitness y la salud, teniendo en cuenta que muchas veces entendemos que la buena forma física consiste en tener mucha fuerza y poca grasa y obviamos temas como la flexibilidad o la eficiencia energética de nuestros movimientos y posturas.
Sin embargo, y a pesar de que Feldenkrais inició sus estudios sobre la temática hace décadas, se considera que no hay suficiente evidencia empírica para fundamentar sus principios con el aval de la ciencia y que, en todo caso, hace falta realizar más estudios para comprobar su eficacia. Añadiéndole a esto el hecho de que en el método Feldenkrais no se plantea la necesidad de alcanzar objetivos medibles externamente sino que sitúa el progreso en la subjetividad del paciente (ya que se trata de un proceso personal), muchas veces tiende a asociárselo con las pseudociencias y la cultura New Age.
Por otro lado, muchos de los beneficios que se dice que tiene el método Feldenkrais no tienen nada que ver con los aspectos funcionales de la fuerza y el movimiento, ya que son aspectos más bien cognitivos, como la habilidad para buscar nuevas soluciones, e incluso subjetivos, como la mejora de la autoestima. Son asunciones que por el momento se basan más en la teoría que en la evidencia empírica, y que tampoco se desprenden de un marco teórico consolidado.
Eso no significa, sin embargo, que la práctica de los ejercicios propuestos en el método Feldenkrais no supongan ningún tipo de beneficio. Por un lado, puede entenderse que más allá de mejorar o no el rango de movimiento y los hábitos posturales, seguir este sistema pueda conllevar un aumento de la satisfacción o aporte otros aspectos positivos asociados al efecto placebo. Por el otro, también es posible que también mejore algo aspectos funcionales y medibles del cuerpo humano, y que la falta de estudios independientes y bien diseñados sobre el tema esté ocultando estas ventajas. Esto sólo lo sabremos a medida que se vaya investigando más acerca del método Feldenkrais.