Las cenas de Navidad son situaciones tensas. No porque puede que la comida no haya salido del todo bien, ni por el frío, tampoco por las ausencias, sino por que son muchas personas reunidas y todas tienen diferente opinión.
Pero no se preocupen, que todos estos invitados coinciden, al menos, en algo: todos creen llevar la razón.
El razonamiento motivado viene a ser el creer que la opinión de uno es la mejor de todas las habidas y por haber e ignorar cualquier dato que demuestre que esto no es así. Todos lo vivimos en nuestro día a día, y a continuación veremos más a fondo qué es y por qué se da.
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¿Qué es el razonamiento motivado?
El razonamiento motivado es un sesgo cognitivo en el que se ven implicados aspectos individuales, entre ellos emociones, estereotipos, miedos, creencias y razonamientos subconscientes. Estos aspectos cognitivos influyen en la toma de decisiones, haciendo que la persona crea que está actuando de forma racional sin ser realmente así. Todos aspectos influyen en la manera en cómo es percibida la realidad.
La información que recibe la persona es procesada de tal forma que se hace coincidir con el punto de vista propio. La persona le otorga mayor importancia a los datos que dan fuerza a su propia visión del mundo, mientras que aquellos que son contrarios o que refuta aquello en lo que se cree son, simplemente, omitidos. Esto es debido a que, básicamente, es muy difícil cambiar nuestra opinión y ver aquello en lo que falla, aunque sí que somos "expertos" en tratar de desmontar los puntos de vista ajenos.
Este fenómeno ocurre sobre todo cuando la gente se aferra a sus creencias, por muy falsas y desmontables que sean. La gente quiere que su propio punto de vista gane, que sea lo que describe de forma más cercana a como es la realidad. Un ataque a estas creencias se percibe como un ataque personal. Nuestro juicio se ve influido por el lado o la opinión que queremos que gane.
Un claro ejemplo de esto se puede ver en los partidos de fútbol. Todo hincha de todo equipo de fútbol ha sido en más de una ocasión víctima de este fenómeno. Cuando el árbitro pita al equipo propio, es muy común que la afición critique al árbitro, llamándole de todo menos cosas bonitas. En cambio, si el árbitro pita al equipo rival, la afición no tiene ningún reparo en coincidir con él e, incluso, de tildar al contrincante de grandes tramposos.
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Mente del soldado vs. mente del explorador
Se ha propuesto dos tipos de mentes que se relacionan con la forma en que uno es capaz de hacer autocrítica de sus propias creencias: la mente del soldado y la mente del explorador.
Por un lado, la mente del soldado se relaciona con en el perfil típico de una persona con una determinada opinión que es incapaz de concebir cualquier idea alejada de su propia visión del mundo, defendiendo a ultranza su propio punto de vista. Son las personas que no tienen reparo alguno en afirmar mentiras, rechazar la evidencia y hacer ver a los demás cuán equivocados están.
Por el otro lado se encuentra la mente del explorador, que correspondería con el de aquella persona que, aun teniendo una visión distinta a la de los demás, se atreve a explorar hechos y explicaciones que pudieran poner en duda su propia forma de ver el mundo, permitiéndole una tener una opinión más flexible.
¿Por qué estamos convencidos de llevar la razón?
Son varios los aspectos relacionados con la insistencia de creer que se lleva la razón y que los demás se equivocan, aunque no sea así. A continuación veremos los puntos principales.
1. Vínculo emocional
En toda creencia hay emociones implicadas, las cuales actúan dirigiendo nuestro pensamiento. Es por ello que, a la hora de buscar información sobre algo en lo que creemos, se prefiere buscar aquello que nos da la razón en vez de debatirla.
2. Evitar la disonancia cognitiva
La disonancia cognitiva es un fenómeno que se da cuando una información nueva contradice lo que se creía o lo que configura el sistema de valores propios. Esta disonancia puede llegar a causar ansiedad, aunque eso sería un caso extremo.
Sea como sea, esta disonancia cognitiva obliga a realizar cierto esfuerzo intelectual, algo que suele evitarse. Por este motivo, el razonamiento motivado es usado, de forma inconsciente, como un mecanismo para evitar encontrarse en esta situación.
Da menos pereza creer en mentiras agradables que en verdades incómodas.
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3. Mantener una autoimagen positiva
Aquello en lo que creemos no es únicamente una forma de ver el mundo. Es algo que nos da fuerza y constituye un pilar muy importante en la forma de relacionarse con el mundo y en la propia imagen que se tiene de uno mismo.
Si se dice algo que contradice aquello en lo que creemos, podemos llegar a tomárnoslo como un ataque personal, como algo que pone en duda nuestra propia forma de ser.
El razonamiento motivado es un mecanismo de protección del ‘ego’ freudiano, de nuestra autoestima.
4. Presunción de objetividad
Todo el mundo se ve a sí mismo como alguien objetivo, racional, que sabe diferenciar entre la lógica y la emoción. Sin embargo, y siendo honestos, todo el mundo presenta cierta resistencia a permitir que datos contrarios a lo que cree se asienten en su mente.
No somos racionales, o al menos, no en la forma en que nos creemos serlo. De lo contrario, ¿por qué hay tantas discusiones en las cenas de Navidad?
5. Validación cultural
Compartimos muchos puntos de vistas con otras personas, los cuales nos sirven para sentirnos aceptados por los demás, delimitando el endo y el exogrupo y sintiéndonos personas que tienen la verdad de su parte.
Aceptar ideas que están fuera del grupo al que se pertenece puede causar cierta ansiedad y sensación de desarraigo o, incluso, en algunos casos se puede percibir como una especie de traición al endogrupo.
Implicaciones sociales
El razonamiento motivado es algo extremadamente común y normal, y tener este tipo de sesgo cognitivo no es algo necesariamente malo, sin embargo, llevarlo al extremo puede suponer un auténtico problema por diferentes motivos.
Este tipo de razonamiento es fácilmente visible en cualquier persona votante de cualquier partido. El votante querrá ver siempre lo bueno del partido, e ignorar aquello malo o criticable que haya cometido. Dentro de unos límites, esto es aceptable y sano. Deja de ser tan bueno cuando el partido al que se vota está corrupto o comete violaciones de derechos. Si se le sigue defendiendo a ultranza queda claro que no se está optando por ser imparcial.
Así, si son muchas las personas que son incapaces de ser críticas con este partido y lo siguen votando, se corre el riesgo de tener a una persona que robará en las arcas del estado o del ayuntamiento, priorizando el tener dinero en su propio bolsillo en vez de invertirlo en ayudas sociales, mejor mobiliario urbano, evitar recortes en educación...
Otro caso, todavía más grave, es el de creencias pseudocientíficas como el de que la tierra es plana, no hay cambio climático o que las vacunas causan autismo… Todas estas afirmaciones son fácilmente desmontables con un poco de ciencia y analizando las múltiples evidencias que se han encontrado. Sin embargo, una persona que crea en este tipo de ideas, a pesar de que se le puede toda evidencia científica, no la va a aceptar, diciendo que es quien está explicando quién está o manipulado o en un gran error.
Es en este caso que podemos ver una gravísima implicación social, y es el de poner en peligro la salud de los demás. Por ejemplo, si cree que las vacunas causan autismo, no se vacunará ni tampoco lo hará con sus hijos, siendo la familia potencialmente susceptible de sufrir enfermedades graves que se podrían evitar. Además, si en el barrio hay alguien que tampoco se vacuna, ésta podrá contagiarse, originándose una pandemia.
No creer en el cambio climático y desvalorizar los estudios que demuestran que está ocurriendo puede tener implicaciones sociales tales como quedarse sin alimentos a causa de inundaciones y sequías extremas, además de la pérdida de especies útiles para el ser humano que no pueden tolerar altas temperaturas.
Referencias bibliográficas:
- Epley, N. & Gilovich, T. (2016) The Mechanics of Motivated Reasoning. Journal of Economic Perspectives; 30(3): 133–140.
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