Nuestro bienestar y calidad de vida dependen en buena parte del modo en el que nos relacionamos con nuestras propias emociones. Sin embargo, esta es una tarea compleja que, además de requerir por nuestra parte adoptar ciertas rutinas, no puede tener lugar si mantenemos ciertas creencias erróneas acerca de nuestro lado emocional.
La primera de estas creencias problemáticas es que estamos condenados a experimentar las emociones que, de manera totalmente espontánea, aparecerían en nuestra consciencia de un modo totalmente desconectado de nuestra voluntad y de nuestros intereses; lo cierto es que aunque no podamos controlar totalmente lo que pasa en nuestra mente, sí tenemos un margen de maniobra para influir en cómo sentimos las cosas que nos ocurren.
Y la segunda de estas creencias es que las emociones siempre se manifiestan desde dentro hacia afuera, desde nuestra subjetividad hacia las acciones y los movimientos objetivos que se reflejan en nuestro cuerpo. En realidad, del mismo modo en el que lo emocional tiene efectos en nuestro cuerpo y en nuestros actos, también ocurre lo mismo a la inversa: podemos llevar a cabo acciones que ayuden a modular nuestro lado emocional. Justamente de esto último hablaremos en este artículo, centrándonos en cómo podemos influir en nuestras emociones mediante las posturas del cuerpo.
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¿Cómo influye en nuestras emociones nuestra postura?
El sistema nervioso está muy lejos de ser un simple “cuadro de mandos” desde el cual se emiten órdenes y se controlan todos los procesos que ocurren en nuestro organismo. Del mismo modo en el que el cerebro envía impulsos nerviosos a través de las cadenas de neuronas para activar o desactivar músculos, glándulas y todo tipo de órganos, también está recibiendo constantemente un torrente de información proveniente de todo lo que ocurre dentro de nosotros (o de lo que es registrado por nuestros sentidos).
Es decir, que su trabajo no es unilateral, sino que participa en un bucle de percepción-acción que se retroalimenta y que no tiene una dirección clara: del mismo modo en el que, por ejemplo, las decisiones que tomamos afectan a nuestra manera de movernos, nuestra manera de movernos nos lleva a registrar diferentes estímulos y estos nuevos “inputs” influyen en nuestros estados mentales.
Esto ocurre tanto con los procesos biológicos que dependen de nuestras acciones voluntarias como de las que son involuntarias. Por ejemplo, nuestro sistema nervioso está lleno de redes de neuronas que mandan muchísima información a nuestro cerebro todo el rato, y nuestros músculos también tienen ciertas estructuras sensoriales que informan sobre la posición de cada una de las partes: se trata de los husos musculares, los órganos tendinosos de Golgi y los receptores de las articulaciones.
Pero estos “inputs” no son simplemente información tal y como solemos entenderla; no es únicamente un material sobre el cual tomar decisiones y saber desde un punto intelectual lo que ocurre en nuestro organismo. También favorece la aparición de unas u otras emociones. Algo que tiene sentido si tenemos en cuenta que las emociones son mecanismos adaptativos ancestrales que nos ayudan a reaccionar a los estímulos rápidamente y sin tener que pensarlo mucho, algo crucial para la supervivencia (no siempre podemos permitirnos dedicar varios minutos a reflexionar sobre qué hacer).
Así, no resulta raro que a lo largo de nuestro linaje, durante cientos de miles de años se hayan indo “pre-programando” en nuestro sistema nervioso una serie de predisposiciones a vincular cierto estado emocional a ciertas posiciones del cuerpo; es algo que ayuda a protegernos de los peligros y a aprovechar las oportunidades con la máxima eficiencia, sin demorarnos demasiado.
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Las vías de la influencia de la postura en nuestras emociones
El modo en el que nuestras posturas afectan a nuestro estado emocional puede dividirse en dos categorías.
1. Vía interna
La vía interna es la que se produce en nuestro propio organismo. Es decir, la más influida por lo orgánico y por nuestras predisposiciones biológicas.
2. Vía psicosocial
La vía psicosocial se fundamenta en la comunicación que mantenemos con quienes nos rodean y pueden vernos. En concreto, se basa en la comunicación no verbal; el modo en el que nosotros emitimos información a través de elementos que no pueden ser plasmados en palabras, combinado con la manera en la que estos hechos son interpretados por los demás. Nuestras posturas transmiten un menaje, y nosotros registramos el modo en el que los demás reciben esa información.
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¿Cómo mejorar el estado de ánimo desde la postura corporal?
Aunque cada caso es único y lo recomendable por lo general es acudir a psicoterapia para recibir un entrenamiento personalizado en gestión emocional, a grandes rasgos estos son los consejos que puedes aplicar a tu vida.
1. Evita cruzarte de brazos o entrelazar las manos en la parte frontal si lo que quieres es relajarte
El hecho de cruzar los brazos o cogerse las manos por debajo del esternón está ligado a la expectativa de que algo o alguien pueda atacarnos; por eso usamos los brazos para proteger ciertas partes vulnerables. Haciendo esto puede que nos sintamos algo nerviosos al principio, pero rápidamente fluiremos más con la situación al ver que no hay consecuencias negativas por haber adoptado una postura más abierta.
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2. No ladees tu cuerpo si quieres potenciar tu autoconfianza
De un modo similar, si no quieres mantenerte tenso/a, lo mejor es que orientes todo tu cuerpo hacia donde está tu interlocutor principal. Si le ofreces tu diagonal, tu cuerpo interpretará que hay algo que debes temer de esa persona.
3. Mantente derecho/a
Sin llegar a obsesionarte por mantener la columna vertebral totalmente rígida (algo poco recomendable para la salud), al menos intenta no encorvarse demasiado. Esta postura tan solo sirve para mantener rígidos varios grupos musculares a la vez de un modo totalmente innecesario, manteniendo activa esa experiencia de que algo malo te puede ocurrir y afectando negativamente a la confianza contigo mismo/a tanto por cómo te percibes, como por cómo te perciben.
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¿Te interesa empezar un proceso de psicoterapia?
Si te estás planteando acudir a terapia psicológica para aprender a gestionar mejor tus emociones, te invitamos a que te pongas en contacto con nosotros.
En Psicotools atendemos a personas de todas las edades y podemos ayudarte tanto en el contexto de la psicoterapia como mediante los cursos y talleres y de formación en temas como el Mindfulness o el manejo del estrés. Encontrarás nuestro centro de psicología en el barrio de Vallcarca de Barcelona, o también puedes optar por la modalidad de terapia online por videollamada.
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- Friedman, B.H. (2010). Feelings and the body: The Jamesian perspective on autonomic specificity of emotion. Biological Psychology. 84 (3): pp. 383 - 393.
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- Poyatos, F. (1995). La comunicación no verbal: cultura, lenguaje y conversación. Istmo.