Septiembre es un inicio. De alguna manera comenzamos el año. Aunque nos hayamos ido de vacaciones en julio, la sensación es que es en septiembre cuando de verdad se acaba el verano y, además, inauguramos el nuevo curso.
Todo lo que hemos vivido durante los meses pasados está todavía con nosotros y las nuevas exigencias no tienen espera. Los tiempos de transición, como este, se llevan mejor cuando ponemos énfasis en cuidarnos.
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Empezando un nuevo ciclo tras las vacaciones
Os comento a continuación cinco hábitos que nos ayudan a sobrellevar mejor los primeros tiempos de esta nueva etapa:
1. Mantener lo que sea posible y sano del espíritu de las vacaciones
Durante los tiempos fuera de la rutina diaria con frecuencia descubrimos, o redescubrimos, algo que nos sienta realmente bien. A veces son cosas aparentemente sencillas, como lo bien que nos encontramos cuando descansamos lo que necesitamos. Otras, son verdaderos descubrimientos, un tipo de lectura, o un cierto tipo de exposiciones, por ejemplo.
Ante esto que nos ha sorprendido y nos sienta bien, merece la pena reflexionar en torno a cómo mantenerlo en nuestra cotidianeidad. Son los descubrimientos que aumentan nuestra vitalidad diaria, las vitaminas del alma, por decirlo de alguna manera.
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2. Poner límite a lo que ahora no nos sirve
Todo tiene su momento preciso. Lo que viene bien hacer en el momento o en el periodo adecuado. Cuando se alarga deja de ser adaptativo, nos quedamos ahí fijados y no afrontamos lo que la vida nos trae en el momento presente.
En septiembre la vida se pone en marcha. Las divagaciones, tan absolutamente necesarias, han de concretarse en acciones. Otro ejemplo serían las relaciones sociales que a veces tenemos durante los meses de verano y que, necesariamente, han de cambiar. Otros ejemplos podrían estar relacionados con hábitos de comida y descanso que en la vorágine de la rutina diaria no nos son útiles.
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3. Reflexionar en torno a lo que queremos para los próximos meses
En cada nuevo ciclo hay la oportunidad de decidir, hasta cierto punto al menos, hacia dónde quiero dirigir mis pasos. Elegir la dirección, orientarnos hacia un determinado lugar.
Desde mi punto de vista tenemos la posibilidad de elegir hacia dónde vamos, dentro de un cierto margen. En ocasiones decidimos mantenernos en el camino en el que estamos. La clave es saber que tenemos la oportunidad de hacerlo conscientemente.
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4. Firmeza para mantener lo que nos hace bien
Con frecuencia lo que nos hace bien en nuestra vida requiere esfuerzo para mantenerlo.
Que las relaciones personales con mi entorno sean ricas es algo que no ocurre solo. Mantener un puesto de trabajo es algo que hay que planificar y requiere un nivel considerable de organización.
En general, en nuestra sociedad no se transmite la importancia del esfuerzo para mantener lo bueno y se fomenta una cierta ingenuidad sobre lo que implica conseguir y mantener este tipo de cosas en nuestras vidas.
5. Disfrute con sentido en el día a día
La abrumadora exigencia del inicio de curso a veces nos hace poner toda nuestra atención en conseguir que vaya lo mejor posible y hay un cierto disfrute, un cierta alegría de vivir, que olvidamos cuidar para que continúe presente. La falta de lo que nos da alegría, sea lo que sea, nos hace estrechar la respiración, la mirada, y que las demandas de esta nueva etapa nos resulten inalcanzables y nos dejen exhaustos.
Es tan importante el esfuerzo como el disfrute para que este nuevo inicio sea próspero para nosotros.
En definitiva, con estos cinco hábitos os propongo tomar las riendas de la situación. Al llevar las riendas hemos siempre de tener en cuenta cómo nos encontramos, con quién voy, cuál es el entorno en el que estoy y hacia dónde me dirijo. Vivimos en un mundo complejo en el que hemos de saber escuchar tanto al contexto que nos rodea como a nosotros mismos y, en ese diálogo, sentir que seguimos siendo nosotros, que estoy en un camino significativo para mí teniendo en cuenta mis circunstancias.
Lo que nos proporciona vitalidad es la guía de por dónde queremos verdaderamente seguir y la conciencia del esfuerzo que supone un inicio de curso nos mantiene realistas y centrados.