En los últimos años se ha vuelto viral en las redes sociales imágenes en las que aparece algún tipo de fruto exótico, acompañados por mensajes en los que afirman que esa fruta es 10.000 veces más potente que la radioterapia o que tienen alguna propiedad milagrosa.
Una de las frutas protagonistas de este tipo de imágenes ha sido la huaya, un fruto agridulce y carnoso propio de América Central y del Sur.
Se le han atribuido tanto propiedades antiinfecciosas como anticancerígenas, llegando a ocupar el espacio de más de un medio de comunicación.
¿Hasta qué punto es cierto esto? ¿Realmente tiene propiedades curativas esta fruta? Aquí, en este artículo, vamos a explicar qué es la huaya, cuales son sus propiedades y qué relación puede tener con las enfermedades oncológicas
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¿Qué es la huaya?
La huaya es una fruta muy conocida en varios países. Venezuela, Colombia, México, Argentina, El Salvador… son solo unos pocos nombres de los muchos lugares en los que esta fruta puede conseguirse como producto habitual en las fruterías. Son varios los nombres con los que se ha bautizado a este manjar: guaya, mamoncillo, quenepa, chupalotes, güevillos y otros muchos que hacen alusión a lo que se parecen.
La palabra “huaya” procede probablemente de la palabra náhuatl “hueyona”, compuesta por “hue-i”, “grande” y “yona-catl”, “pulpa”.
Esta fruta crece en los más alto del árbol con el mismo nombre (Melicoccus bijugatus), en ramos que puede llegar a medir unos 10 centímetros. El árbol puede alcanzar alturas de hasta 30 metros. El fruto consiste en una drupa recubierta de una cáscara verde, cuyo interior alberga la parte carnosa agridulce y las semillas, las cuales ocupan la mayor parte de la parte comestible. En sí, la huaya parece una especie de melocotón de unos 2 a 4 cm de diámetro.
Beneficios de esta fruta
Desde tiempos precolombinos, a la fruta de la huaya se le ha atribuido propiedades inmunológicas, y se cree que combate problemas asociados a la entrada de bacterias y virus en el organismo. Además, los ácidos que posee el fruto han sido relacionados con beneficios para las mujeres embarazadas, contribuyendo en la producción de proteínas e incrementando las defensas para el feto.
Contribuye a proteger los epitelios frente a factores perjudiciales, como lo son el consumo de tabaco (si bien no revierte los daños causados por el tabaquismo). Además, ha sido relacionado con evitar el malestar de los riñones.
La fruta es una importante fuente de nutrientes, como hierro, fósforo, vitamina B1, B3, B6, B12 y C, con lo cual podría tener un papel beneficioso para combatir afecciones urinarias y bronquiales, como fiebre y resfriados. Su consumo frecuente puede suponer una importante fuente de vitaminas , además de minerales, aminoácidos esenciales y ácidos grasos insaturados como oleico y linoleico.
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Usos y consumo
La huaya se utiliza tanto como alimento como remedio natural, además de poder utilizarse la madera del árbol como materia para fabricar muebles.
En el ámbito de la alimentación, la huaya se puede encontrar en latas de conserva, zumos, consumidas frescas o también fermentada para elaborar bebidas como la cerveza de huaya o aguardiente de esta fruta. El hueso de huaya también se puede comer si se tuesta.
Las hojas de esta planta se le atribuyen propiedades antiparasitarias, además de actuar como un insecticida natural y como un repelente de murciélagos.
En cuanto a los remedios naturales, la hoja de huaya se le atribuye la capacidad de calmar los nervios y mejorar los síntomas de la fiebre. Su infusión sirve para combatir infecciones de garganta si se utiliza como enjuague, y el jarabe del fruto sirve para combatir diarreas.
Riesgos
No se han encontrado efectos secundarios asociados a la huaya ni tampoco que pueda llegar a ser tóxica, sin embargo, sí que puede implicar ciertos riesgos tanto su recogida como consumo del fruto.
Debido a que este fruto colma lo más alto de árboles de 30 metros, no son pocas las personas que, sin tener los debidos conocimientos profesionales de escalada ni el material adecuado, han tratado de subir a la copa del árbol. Esto supone el riesgo de caerse y romperse algún hueso o, en el peor de los casos, morir.
El principal riesgo de consumir el fruto es que, al tener en su interior una semilla de considerable tamaño, se puede escurrir mientras se está ingiriendo el fruto y obstaculizar la laringe provocando la asfixia, especialmente en niños pequeños.
Relación con el cáncer
En los últimos años, ha sido bastante compartida en redes sociales la imagen de este fruto con la afirmación de que cura el cáncer o que es 10.000 veces más potente de la quimioterapia. Estas afirmaciones, además de ser una terrible falta de respeto hacia las personas que sufren enfermedades oncológicas y a los profesionales que las tratan, son falsas, no existiendo a día de hoy ningún estudio que confirme esto.
Esto no quiere decir que el fruto en sí no tenga propiedades beneficiosas para la salud. En 2012, la Universidad de Cornell, Nueva York, realizó un estudio en el que encontró algunos beneficios gastrointestinales ocasionados por la huaya. No obstante, consumir huaya sí que podría prevenir el cáncer de una manera indirecta, debido a que se sostiene que las dietas ricas en frutas y verduras se han mostrado como un factor de protección frente enfermedades oncológicas.
Lo que sí que debe quedar claro es que la huaya, aunque pueda ejercer algún tipo de efecto sobre el desarrollo del cáncer, no es un sustitutivo de los tratamientos utilizados para luchar contra este tipo de enfermedad.
Los posibles efectos preventivos contra el cáncer pueden deberse a que este fruto activa el sistema inmunológico, evitando que se den infecciones en el organismo. Además, se le ha relacionado con una mejor salud de los epitelios frente a hábitos malsanos como lo es fumar, lo que también podría ser beneficioso de cara a la aparición de agentes cancerígenos.
También se ha hipotetizado que cuente con ciertos nutrientes que sean capaces de inhibir la proliferación y crecimiento de células cancerígenas, no obstante, esto no está ni asegurado ni confirmado.
Cabe decir que no es la primera vez que un fruto u otro tipo de planta, por el simple hecho de ser un vegetal debe ser inherentemente bueno para cualquier tipo de enfermedad y, en especial, el cáncer, sin tenerse las debidas pruebas que lo demuestren. Por poner algunos ejemplos: el brócoli, el café, las granadas, las ciruelas, los melocotones, el orégano...
Volviendo al mismo punto de antes, que no se hayan encontrado pruebas claras de que todas estas verduras y frutas son potentes anticancerígenos no significa que no influyan en la prevención de la enfermedad, solo que no son tratamientos milagrosos ni parece que vayan a llegar a serlo.
Referencias bibliográficas:
- Bystrom, L. M. (2012) The potential health effects of Melicoccus bijugatus Jacq. fruits: Phytochemical, chemotaxonomic and ethnobotanical investigations. 83(2). 266-271.