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Así se mejora el rendimiento deportivo con el modelo cognitivo-conductual

El deporte es mucho más que un fenómeno físico plasmado por los movimientos y la activación coordinada de los músculos del cuerpo; tras toda esa capa superficial y directamente observable, existen factores psicológicos y emocionales a tener en cuenta.

Y es que del mismo modo en el que una competición deportiva no siempre es ganada por la persona más fuerte o ágil, todo lo relacionado con la gestión de las emociones, de los pensamientos y del propio comportamiento en general es una pieza sin la cual se tiene una visión incompleta del rendimiento deportivo.

Por eso, en este artículo veremos cómo se trabaja para mejorar el rendimiento deportivo desde uno de los modelos de intervención psicológica más eficaces: el cognitivo-conductual.

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¿Qué es la terapia cognitivo-conductual?

¿Cuál es el objetivo de la intervención psicológica? La respuesta a esta pregunta depende, entre otras cosas, de los problemas y necesidades que la persona que acude al profesional quiera abordar; pero depende también del modelo teórico-práctico del que parte el psicólogo. Y es que algo tan complejo como los fenómenos mentales y comportamentales puede ser enfocado desde diferentes perspectivas filosóficas y meta-psicológicas, es decir, los sistemas de conceptos a través de los cuales se define qué es lo que ocurre y qué se puede hacer.

La terapia cognitivo-conductual es, como su nombre indica, un modelo en el que lo psicológico queda clasificado en dos categorías principales: lo comportamental, que puede ser observado de manera directa y objetiva por otras personas, y lo cognitivo, que hace referencia a los patrones de pensamientos y los sistemas de creencias desde los que las personas interpretamos lo que percibimos.

Así, el modelo-cognitivo-conductual propone intervenir a través de estas dos vías: los procesos mentales que constituyen la manera de pensar y de sentir de la persona, y su manera de interactuar con su entorno y con los demás a través de costumbres, hábitos, etc. Abordando el problema desde ambos frentes permite obtener resultados de manera más rápida y consistente, dado que estos dos procesos se refuerzan mutuamente.

¿Cómo se mejora el rendimiento deportivo desde este modelo de psicología?

Lo que hemos visto hasta ahora sirve para comprender la manera en la que el modelo cognitivo-conductual es usado para aportar soluciones eficaces para la persona que busque cambiar a nivel psicológico; pero esto no se limita a la intervención en psicopatologías. Los mismos principios pueden ser utilizados en personas que no presentan trastornos diagnosticables y que quieren progresar en algún aspecto. Por ello, también se usa en psicología deportiva. Estas son algunas de sus principales funciones.

1. Desarrollo de hábitos de gestión del tiempo

La gestión del tiempo es clave en cualquier proceso de entrenamiento. Pequeños problemas en este ámbito pueden limitar significativamente los progresos del deportista a corto, medio y largo plazo. Por ello, desde el modelo cognitivo-conductual se trabaja, si es necesario, en hacer que la persona se comprometa con su programa de entrenamiento y no caiga en dinámicas cómodas y autocomplacientes que la anclan a su zona de confort.

2. Desarrollo de capacidad de auto-motivación

Lograr auto-motivarse es muy importante sobre todo en las primeras etapas de seguir un programa de entrenamiento, así como antes de eventos importantes para la propia trayectoria deportiva. De este modo es más difícil ceder ante las pequeñas satisfacciones que llegan a costa de renunciar a recompensas mucho mayores que podemos alcanzar a medio y largo plazo.

3. Potenciación de las habilidades de gestión atencional

Saber dirigir el propio foco de atención hacia aquello que importa es uno de los aspectos más importantes de la psicología deportiva; de ello depende no perder tiempo con distracciones tanto en la preparación de pruebas como durante los eventos deportivos clave. Desde el modelo cognitivo-conductual se plantean formas de entrenamiento para gestionar bien la capacidad para concentrarse, aislar distractores, etc.

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4. Gestión de las emociones negativas

La ansiedad y el desánimo, si bien no son en sí un problema en todos los casos, forman parte de las emociones y sentimientos que pueden llevar a los deportistas a auto-sabotearse si no lo saben gestionar bien. Por eso, los psicólogos ayudamos en el proceso de identificación rápida y fiable de emociones y aplicación de medidas para canalizarlas adecuadamente.

5. Adaptación a unas buenas dinámicas de socialización e interacción con el entorno

La vida no termina en las horas dedicadas al deporte, y todo lo que ocurre en esas horas lejos de los campos de prácticas influye también en el rendimiento, así como en el no menos importante bienestar emocional. Desde la intervención psicológica cognitivo-conductual se trabaja para detectar posibles problemas a tiempo, desarrollar hábitos que hagan posible ser felices más allá del deporte, pasar tiempo de calidad con los demás, etc.

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Referencias bibliográficas:

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