Disponer de un buen equilibrio emocional y de la capacidad de crecer como personas pasa por saber reconciliarnos con nosotros mismos en momentos clave.
Sin embargo, esto es algo que no todo el mundo comprende: muchas veces se confunde el perdón a uno mismo con el autoengaño o incluso el narcisismo.
En este artículo veremos por qué estas creencias son dañinas, y por qué es importante saber perdonarse.
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¿En qué consiste el perdón a uno mismo?
Cuando se habla acerca del concepto del perdón, normalmente se hace referencia sobre todo a un fenómeno social con implicaciones morales acerca de cómo debemos relacionarnos con los demás. Desde este punto de vista, perdonar sería asumir que las cualidades redentoras que muestra quien se comportó mal merecen que no rompamos totalmente la relación con esa persona, o que no adoptemos una actitud hostil ante ella “por defecto”.
Así pues, aunque el perdón no tiene por qué significar olvidar o pasar por alto las acciones dañinas de alguien llevó a cabo, permite dar segundas oportunidades, hacer posible que surjan nuevas alianzas y complicidades con quien fue injusto con nosotros o con alguien que nos importa.
Ahora bien, esta definición de lo que es el perdón resulta un tanto limitada y no cubre todas las experiencias humanas que podemos llegar a vivir al perdonar y ser perdonados. Y es que también es posible perdonarse a uno mismo. Es más, como veremos más adelante, no son pocas las ocasiones en las que esto resulta totalmente necesario llegar a esa reconciliación con el propio “Yo”.
El perdón a uno mismo significa dejar de ver nuestros errores del pasado únicamente como un aspecto negativo de nuestra identidad o como un motivo por el que avergonzarnos de quiénes somos, sino también como una referencia que nos ayuda a ver que hemos cambiado y que resultaría injusto tratarnos como si no hubiésemos progresado en la dirección correcta.
En definitiva, implica crear un autoconcepto más lleno de matices, sin caer en maniqueísmos y aceptando que en nuestro pasado hay claroscuros, y a la vez siendo capaces de ver que la redención es posible en nuestro caso. Perdonarse implica tener una visión completa de lo que llegamos a hacer hace un tiempo, integrando en ella información acerca de cómo somos en el presente.
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4 motivos por los que es bueno saber perdonarse a uno mismo
Estos son los aspectos psicológicamente beneficiosos de ser capaz de perdonarse a uno mismo.
1. Permite dejar atrás la rumiación psicológica
La culpa es un fenómeno psicológico que desencadena el proceso de la rumiación psicológica, es decir, esa aparición constante de imágenes y pensamientos intrusivos que emergen en nuestra consciencia una y otra vez, haciéndonos sentir peor a medida que pasa el tiempo. En estos casos, esos pensamientos intrusivos tienen que ver con recordar lo que hicimos y de lo que ahora nos arrepentimos.
Perdonarnos a nosotros mismos nos ayuda a dejar de temer esos pensamientos y recuerdos, no obsesionarnos con ellos ni luchar contra su aparición en nuestra mente (algo totalmente contraproducente), de manera que cada vez pierdan más poder obre nosotros y finalmente se desvanezcan, integrándose con el resto de recuerdos.
2. Ayuda a aprender de nuestros errores
Como perdonándoos a nosotros mismos dejamos de centrar nuestra atención en esos pensamientos sesgados y pesimistas acerca de lo que hicimos, eso nos ayuda a recordar con mayor claridad y más objetivamente lo que hicimos.
Así, desde una actitud constructiva, vamos ganando capacidad de detectar los momentos en los que actuamos mal, las decisiones concretas que no fueron acertadas, etc. De este modo, el autoperdón se refuerza a sí mismo una vez ha empezado a producirse.
3. Nos da una visión más matizada del daño real que hemos hecho
Quienes asumen que perdonarse a uno mismo es algo negativo en todas las ocasiones suelen estar más centrados en lo mal que se sienten con tu propia identidad que en los daños reales que causaron en los demás con su comportamiento.
Esta manera extremadamente perfeccionista e incluso moralista de analizar la propia conducta conduce hacia un solipsismo extremo: incluso puede llegarse a un punto en el que aunque los demás nos hayan perdonado, nosotros no lo hayamos hecho, creyendo que esas personas no entienden lo que ha ocurrido o no saben lo que es conviene.
4. Nos predispone a normalizar nuestras relaciones con los demás
Aunque en un primer momento parezca que perdonarse a uno mismo sea una actividad totalmente introspectiva y privada, también tiene una dimensión social.
Una vez hemos pasado por este proceso, ganamos en capacidad de “conectar” con los demás, y también con aquellas personas a las que perjudicamos, al mostrar que no nos limitamos a compadecernos de nosotros mismos, sino que estamos dispuestos a compensar y reparar daños en la medida de lo posible porque nos vemos capaces de empatizar y de adoptar una actitud activa para mejorar las cosas.
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- Enright, Robert D.; Fitzgibbons, Richard P. (2015). Forgiveness therapy: An empirical guide for resolving anger and restoring hope. Worcester: American Psychological Association.
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