La ansiedad y la angustia son esos síntomas mentales y físicos que se manifiestan en todas las consultas terapéuticas, sin excepción. La ansiedad es la punta visible del iceberg, que presenta un inmenso conjunto de emociones encubiertas sin sanar.
Las heridas infantiles o situaciones con característica traumáticas atravesadas en la niñez que quedan guardadas, reprimidas y sin resolver, son las que se activan cuando algún recuerdo las trae al presente en la vida adulta, generando de ese modo angustias y ansiedades.
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¿Qué características presenta la ansiedad?
Vamos a comenzar explicando de qué se trata. Es un estado mental que se caracteriza por una preocupación intensa, real o imaginaria en los pensamientos de una persona.
Cuando decimos real podemos tomar como ejemplos, reuniones laborales, rendir un examen, hablar en público, consultas médicas, entre otras; y cuando decimos imaginarias son aquellas situaciones que la mente piensa con insistencia rumiante que podrían ocurrir, potencialmente en el presente o futuro, sin certeza alguna que así sea.
Si bien la ansiedad en ciertos niveles es normal y productiva en la vida, cuando se instala por días o meses sin poder ser gestionada para disiparla, es cuando debemos darle mayor atención o pedir ayuda profesional.
Cuando existe una preocupación intensa se activan ciertas emociones tales como: inseguridad, miedos, angustias, excesiva inquietud por el futuro, que siendo desconocido por el paciente, es allí donde se aloja y habita, simbólica e inconscientemente. Se los denomina trastornos de ansiedad, ya que al hacerse presentes en la persona, modifican o alteran todas las áreas y aspectos de su vida, cambiando de modo negativo la calidad de vida de quien lo padece.
Estos pacientes tienen como características el sentirse desvalorizados, y el sentir deseos de controlar todo, broncas, ira, enojos propios y hacia los demás, manifestando esto en la consulta terapéutica.
Este conjunto de emociones no resueltas que fueron quedando acumuladas en el transcurso del crecimiento y el desarrollo de la vida dan lugar también a los síntomas físicos con diversas características, tales como taquicardia, sudoración, nerviosismo, movimientos corporales, insomnio, cansancio, dolores en el pecho, cefaleas, sensación de ausencia de aire, entre otros.
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¿En qué momento es necesario consultar a un profesional?
Ciertos niveles de ansiedad son necesarios, actuando como mecanismo de defensa natural para poder vivir y responder a situaciones que el sujeto interprete como amenazantes, siendo esto también, en su justa medida el motor que permite avanzar, buscar y proyectar aquellas cosas que se desean.
Cuando estos niveles de ansiedad son altos y pasan de la fase aguda a la fase crónica, es donde se le da inicio a la manifestación tanto somática como psíquica, perturbando la calidad de vida de quien la padece con la aparición de las somatizaciones mencionadas.
Cuando el estado de ansiedad se instala va inhabilitando al paciente en las diferentes áreas de su vida, generando molestias importantes tanto en su estado interno, como en lo vincular, siendo en los vínculos afectivos donde se acentúan dichas molestias, generando situaciones tensas, crisis o conflictos difíciles de reparar, con impacto negativo.
Es en estos momentos y sin poder reconocer o gestionar lo que está ocurriendo cuando se debe pedir ayuda profesional, con el objetivo de generar una pregunta en el paciente y la búsqueda de respuestas, reparando y sanando tales emociones.
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¿Cómo trabajar los cuadros de ansiedad?
La ansiedad puede manifestarse en el paciente de manera leve, moderada o grave, variando su intensidad somática-física y mental-emocional. Cuando la misma es de intensidad leve, el tratamiento terapéutico con la puesta en escena de la palabra, trabajando sobre las emociones encubiertas y la causa que genera dicha ansiedad, será suficiente para el cambio de posición subjetiva o gestión de las mismas, aliviando de manera eficaz el síntoma.
Si la intensidad es moderada, es recomendable el tratamiento terapéutico sumándole herramientas Holísticas como pueden ser: técnicas de respiración, meditación y relajación, inhalaciones profundas y exhalaciones lentas, Mindfulness, concentrando la atención en la acción que se esté realizando en el presente, en el aquí y ahora, aplicando estos recursos y herramientas en diversos momentos del día para poder así estabilizar dichas ansiedades y volver a un eje y equilibrio entre el cuerpo, la mente y el alma.
Será necesario también comenzar a trabajar las gratificaciones del paciente, aquellas que seguramente fueron suspendidas por tal sintomatología, trabajar sobre sus gustos, en las actividades y en sus tiempos ocio.
Estas herramientas generan el cambio en el pensamiento insistente y rumiante que provoca más síntomas. En el caso de que la ansiedad sea grave, generando incapacidad en el paciente para gestionarla, será necesaria la derivación a consultar con un profesional especialista en el área de Psiquiatría quien, seguramente indicará tratamiento medicamentoso para aliviar la intensidad que la angustia y la ansiedad podrían causar en el paciente.
El trabajo interdisciplinario es el indicado, el tratamiento terapéutico y las herramientas holísticas, son el combo apropiado para mejorar la sintomatología y la calidad de vida del paciente.
Los tratamientos psicoterapéuticos tienen el objetivo de bucear en aquellas emociones que se encuentran latentes o detrás de tales manifestaciones somáticas, teniendo en cuenta su estado inconsciente, intentando abordar lugares que hace tiempo no se abren, siempre respetando los tiempos internos de cada paciente, cada consultante.
Trabajar con el paciente desde la palabra, con la posición objetiva y neutral del terapeuta, con una escucha empática y activa, buscando hacer consciente aquello que estaba reprimido, intentando generar movimiento y acción, para salir de aquellas zonas conocidas, ayudando a sanar esas Heridas Infantiles que pudieran estar acompañando en su vida y generando dolor.
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Para recordar…
La ansiedad se puede trabajar y sanar siempre que el paciente esté dispuesto a conocer las causas de la misma, permitiendo entrar en sus sombras para llevar luz, sabiendo que esto implicará un proceso, siendo en algunos tramos doloroso, pero una vez atravesado, la mirada hacia la vida cambiará absolutamente, y con esa nueva mirada cambiará la calidad en todas sus áreas.
Debemos atrevernos a cerrar heridas para permitir el fluir de la vida desde una posición diferente. Solo cuando se puede cerrar y sanar queda espacio para lo nuevo.