Congelar los tomates es algo muy habitual en las cocinas ya que el tomate es un producto muy utilizado en las cocinas y la única forma de tener tomate natural durante todo el año es congelandolo. Hay varias formas de congelar el tomate, a continuación te contamos alguna.
Congelar tomates en jugo
Corte los tomates en cuartos u octavos. Cocínelos a fuego lento de 5 a 10 minutos. Páselos por un tamiz. Si lo desea, añada 1 cucharadita de sal por cada 4 tazas de jugo.
Congelar tomates hervidos
Limpia los tomates lavándolos individualmente bajo una corriente de agua. Quita el tallo de los tomates. Llena una olla con agua y ponla a hervir. Sumerge dos a tres tomates a la vez dentro del agua. Saca los tomates de la olla con una cuchara cuando la piel comience a aflojar (después de 30 segundos). Baña de inmediato los tomates en agua helada. Esto evita que los tomates se cocinen y pierdan más piel. Quita la piel de los tomates, usa un cuchillo aserrado para remover cualquier trozo de piel resistente y corta el centro del tomate. En este pu nto puedes congelar los tomates enteros o cortados por mitad o cuartos. Pon el tomate en bolsas de plástico y al congelador.
Congelar tomates crudos
Sumerja los tomates en agua hirviendo de 30 a 60 segundos para despegar la piel. Pele y quite el corazón de los tomates. Congele los tomates enteros o en pedazos.