Recientemente, en salud pública se ha propuesto al sedentarismo como un factor importante en la aparición de distintas enfermedades crónicas, así como en el incremento del malestar psicológico. En consecuencia, algunos países han promovido políticas que refuerzan estilos de vida basados en la actividad física. Es decir que, ejercitarse diariamente es una de las actividades más recomendadas para mantener una vida saludable. Tiene grandes beneficios, no solo para la salud física sino para favorecer el bienestar psicológico. ¿Cuáles? En este artículo encontrarás algunos.
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Cómo el ejercicio físico potencia el bienestar psicológico
Estas son las diferentes maneras en las que el ejercicio mejora nuestro bienestar mental.
1. Experimentar sensación de éxito
Hacer ejercicio no suele ser una labor fácil. Implica una serie de conductas a las que podemos no estar acostumbrados. Por ejemplo, mantener una rutina, despertar más temprano o mejorar la alimentación. Además, provoca una serie de reacciones corporales que hacen la tarea aún más incómoda: nuestros ritmos cardiacos se aceleran, la respiración se hace más difícil, la sudoración aumenta, los músculos se contraen.
Concluir una rutina de ejercicio, a pesar de estas experiencias, es un factor de autorreconocimiento que nos permite sentirnos exitosos y que influye en la secreción de dopamina, uno de los neurotransmisores relacionados con la obtención de recompensas. El logro de objetivos aumenta la tolerancia a la frustración y mejora el autoconcepto: al sentirnos exitosos después de alcanzar una meta, también mejoran los juicios de valor que hacemos sobre nosotros mismos.
2. Mejorar la autoimagen
La autoimagen es el conjunto de características que atribuimos a nuestra persona, es una valoración integral de lo que percibimos sobre nosotros mismos. Una de las consecuencias de hacer ejercicio de manera constante, es empezar a notar cambios físicos que son generalmente positivos, y que, además, son reconocidos por las personas que nos rodean. En consecuencia, la representación mental que tenemos de nosotros mismos, en relación con los estándares culturales de belleza y bienestar físico, se modifica positivamente: nos vemos más fuertes, más musculosos o más sanos, lo que suele mejorar el valor que nos atribuimos. Además, al sentirnos más satisfechos con cómo nos percibimos, también nos relacionamos de manera más segura con los demás.
3. Mejorar el estado de ánimo y reducir niveles de estrés
Realizar una rutina de ejercicio nos permite experimentar alegría y euforia, lo que hace que busquemos continuar o repetir la actividad. Esto está relacionado con la liberación de endorfinas, que son neurotransmisores con efectos analgésico que provocan sensaciones placenteras. Esto mismo está vinculado con la reducción de niveles de estrés y de ansiedad.
Cuando hacemos ejercicio, disminuyen tensiones neuromusculares, así como algunas hormonas relacionadas con el estrés, y se normaliza el pulso cardiaco, lo que modera la ansiedad. Todo esto nos ayuda a mantener un buen humor y liberar tensión, lo que, además, tiene consecuencias positivas en nuestras relaciones interpersonales e incluso en estabilizar nuestros ciclos de sueño.
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4. Cambiar hábitos
Los hábitos son las conductas que realizamos de manera tan repetida que se vuelven características de nuestro modo de vida. Cuando empezamos a ejercitarnos de mantera constante, inevitablemente cuidamos otros aspectos relacionados con un estilo de vida saludable, como la alimentación o mantener una estructura de día. Es decir que, hacer ejercicio y la sensación de éxito asociada, nos predispone a poner más atención en lo que comemos, las horas a las que nos levantamos o nos dormimos, la frecuencia con la que nos ejercitamos, e incluso nos puede motivar a vigilar otro tipo de hábitos generalmente dañinos como el consumo constante de tabaco o alcohol.
5. Optimizar funciones cognitivas
La investigación científica en el área neuropsicológica ha relacionado el ejercicio con una mejora significativa de los procesos cognitivos. Sobre todo, se han documentado efectos en el envejecimiento, aunque no exclusivamente. Uno de los beneficios registrados es el desarrollo de habilidades de control ejecutivo como la planificación, la programación de tareas, la memoria a corto plazo y la realización de multitareas. Entre otros factores, esto se ha relacionado con una mejora significativa de la plasticidad neuronal (la adaptación anatómica de las neuronas ante cambios y demandas del entorno). Así mismo hay mejoras en resolución de problemas, estimulación motora y en atención selectiva.
Ante las recomendaciones y la evidencia científica, es importante que cada quien tome la iniciativa y dedique un espacio y tiempo para ejercitarse. Comúnmente se recomienda hacer entre 20 y 30 minutos al día, combinando ejercicios aeróbicos y musculares. Si no estás acostumbrado, puedes aumentar 5 minutos diarios y realizar rutinas dos o tres veces por semana.
Además, puedes realizar actividades que no impliquen mayor esfuerzo económico o de desplazamiento, como correr o hacer rutinas diarias en tu propio hogar. Incluso puedes recurrir a las nuevas tecnologías y encontrar distintas opciones en línea para ejercitarte sin tener que salir de tu casa.