Las autolesiones a veces van de la mano con el autismo. Hasta el 50 por ciento de los adultos y niños diagnosticados con trastorno del espectro autista mostrarán conductas autolesivas. Conocer los signos de este comportamiento es importante para cualquier familia, de modo que se pueda buscar el tratamiento adecuado.
Definición de autolesiones y autismo
El comportamiento auto agresivo (SIB, por sus siglas en inglés) es el proceso de infligir daño a uno mismo a propósito. Estos comportamientos no son cosas como una caída o un rasguño en la rodilla por un accidente, sino comportamientos de autolesión en los que participa el individuo. Pueden considerarse comportamientos de automutilación y autodestructivos.
Algunas personas pueden lesionarse por medios que conducen a desprendimiento de retina, huesos rotos, sangrado, ceguera o, a veces, la muerte. Los profesionales médicos creen que las personas con deficiencias cognitivas más graves tienen más probabilidades de involucrarse en formas más graves de autolesión.
Tipos de comportamiento perjudicial
Los tipos más comunes de SIB en niños y adultos con trastorno del espectro autista incluyen morderse las manos, golpearse la cabeza y rascarse. Hay muchas otras formas de autolesión, que van desde lesiones graves y potencialmente mortales hasta lesiones menores. Algunas de las autolesiones más comunes que cometen los niños y adultos con autismo incluyen:
- Frotamiento de la cabeza, repetida e intensamente
- Rascarse las uñas
- Golpearse la cabeza, que es lo más común entre las personas con trastorno del espectro autista
- Chuparse el brazo
- Chuparse el dedo
- Ingerir aire
- Pellizcos
- Pinchar las aberturas del cuerpo, especialmente los ojos, las fosas nasales y las orejas
- Chupar cosas, meterse cosas en la boca
- Ingestión de heces o tocar heces
- Tirar del cabello
- Bofetadas en el muslo u otra área del cuerpo
- Ingerir demasiado líquido
- Pica (ingerir sustancias no comestibles)
Por qué ocurre la autolesión
Hay varias teorías sobre SIB y por qué ocurre. Los investigadores sugieren que múltiples factores afectan el comportamiento de autolesión que tienen las personas con trastorno del espectro autista.
- Niveles de serotonina: La investigación sugiere que un gen transportador específico de serotonina y los niveles generales de serotonina pueden afectar la incidencia de SIB.
- Detener demandas: Si a un niño se le está enseñando, ya sea en actividades educativas o académicas, y él o ella no quiere continuar, la autolesión puede ser una forma de detener la educación. En esencia, el SIB detiene las demandas que el cuidador impone al niño.
- Expresión de dolor: En un estudio de niños con trastorno del espectro autista, los investigadores encontraron que los que se autolesionaban y los que no lo hacían tenían diferencias significativas en términos de cómo expresaban el dolor. Aquellos que se autolesionaron consistentemente mostraron expresiones de dolor mejoradas.
- Biológico: Estudios recientes han llevado a los médicos a creer que, en algunos casos, las condiciones biológicas pueden hacer que las personas se lastimen. Por ejemplo, la liberación de endorfinas puede provocar sentimientos de placer durante los episodios de autolesión. Los bloqueadores de opiáceos se han utilizado para tratar con éxito a las personas que se autolesionan y reducir o eliminar por completo sus conductas autolesivas.
Desafortunadamente, no hay una respuesta clara. Otros hallazgos sugieren que la sobrecarga sensorial, la hiperactividad, los problemas para dormir y los problemas del estado de ánimo tienden a correlacionarse con conductas autolesivas. Se cree que los niños y adultos con autismo que se autolesionan tienen razones muy complejas que no se comprenden del todo.
Encontrar tratamiento para SIB en individuos autistas
En muchas situaciones, una combinación de varios métodos de tratamiento ha demostrado ser muy útil. Las terapias naturales están disponibles para aquellos que se autolesionan. En algunos casos, los medicamentos pueden ayudar a reducir las autolesiones agresivas en personas con autismo.
El análisis de comportamiento aplicado (ABA) es una opción de tratamiento común. Ayuda a reducir el comportamiento dañino mientras ayuda a aumentar la comunicación. Esto se logra a través de la interacción e instrucción uno a uno con el niño y el consejero. Se puede hacer hasta 40 horas por semana. El objetivo es reducir cualquier actividad o comportamiento que se considere indeseable mientras se refuerzan los comportamientos positivos.