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Cómo reconocer los vinos de aguja

Frescos, suaves, ligeros y refrescantes: así son los vinos de aguja. Ya sea un lambrusco, un vinho verde o un charmat, todos guardan estas características similares. Y a diferencia del champagne o del cava, en casi todos ellos la burbuja no se produce de forma natural, en una 2ª fermentación, sino mediante un proceso artificial llamado gasificación.¿Quieres aprender cómo reconocer un vino de aguja? Te damos las mejores pistas:

Pasos a seguir: 1

Los vinos de aguja se caracterizan porque el gas carbónico contenido tiene una presión inferior a 3 atmósferas. Por tanto, no es necesario conservarlos en botellas tan gruesas como el cava. Suelen conservarse en botellas ligeramente alargadas, similares pero no iguales a las del cava.

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Los vinos de aguja son vinos jóvenes que se deben consumir en el mismo año, para poder apreciar bien su frescor y el encanto de sus burbujas. En cambio, los cavas y espumosos no se embotellan el mismo año de su producción, y su añada, salvo grandes cavas, no suele venir indicada. Si el vino es de la última añada, se trata de un vino de aguja.

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Para distinguirlos de los blancos, rosados y tintos, lo mejor es agitar levemente la botella. Deben distinguirse las burbujas de gas -aguja-, a diferencia de los vinos tranquilos donde no se crean burbujas (como mucho, una ligera espuma en la parte superior).

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En cuanto al sabor, la mayor parte de los vinos de aguja son bastante gaseosos y fundamentalmente dulces, y saben a vino joven -mezcla de frutos rojos o blancos-. En cambio, los cavas suelen ser más secos y con aromas a levaduras, yogur o bollería.

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A la hora de consumir un vino de aguja, cuanto más frío más agradable resultará, a diferencia de los espumosos, que conviene consumirlos fríos pero no demasiado, para que no pierdan sus aromas.