La carne de pollo es rica en proteína y baja en grasas, características que lo convierte en un alimento ideal para preparar numerosas recetas, pero antes de tomarla hay que estar totalmente seguros de que está en perfectas condiciones para su consumo.
El pollo, tanto el que podemos comprar ya troceado y en bandejas, como el que podemos adquirir en la carnicería o pollería, es un producto fresco que, si no se congela, caducará en pocos días. Si se ha puesto malo, nunca debe tomarse porque su ingesta podría causar problemas de salud más o menos severos. Consumirlo en buen estado es esencial, pero ¿Cómo saber si el pollo está malo? No te preocupes, porque en este artículo de unCOMO te damos todas las claves para que puedas tomarlo con total seguridad.
Cómo saber si el pollo crudo está malo
Si la carne de pollo se ha puesto mala, porque ha caducado o porque no se ha conservado correctamente, nunca debe ingerirse, ya que, al tratarse de un alimento fresco, el hecho de estar en mal estado implica presencia de bacterias u otros microorganismos nocivos para la salud. Si hace un par de días que has dejado unas pechugas, muslos o alitas de pollo crudas en la nevera y tienes dudas sobre si son aptas para el consumo, solo tienes que prestar atención a algunos aspectos que te indicarán, claramente, si puedes cocinarlas o si, por seguridad alimentaria, es mejor renunciar a ellas.
- Color: la carne de pollo cruda presenta un color entre blanquecino y rosado, pudiendo ser algo más amarillenta si se trata de un pollo de corral (alimentado con maíz). Un tono entre gris y verdoso es un síntoma de que esa carne puede estar mala. Por supuesto, si detectas presencia de moho o incluso partes de la carne negruzcas, debes tirarla inmediatamente.
- Textura: también es una pista clara para saber si el alimento está bueno y es seguro. La piel no debe estar excesivamente seca o apagada por haber perdido su humedad natural y la carne debe presentarse tersa, nunca extrañamente blanda. Por último, la grasa tiene que mantener su tonalidad natural, entre el blanco y el amarillo, según el tipo de pollo, sin que jamás tenga un aspecto pegajoso o 'baboso'.
- Olor: es otro síntoma evidente que te dirá si el pollo crudo está en buen estado o el proceso de descomposición, que provoca la presencia de bacterias, ha comenzado. Si está deteriorada, la carne de pollo tiene un olor fuerte y realmente desagradable.
Cómo saber si el pollo congelado está malo
Para conservar el pollo por más tiempo y con seguridad, una buena opción es congelarlo, pero puede ocurrir que tras días o semanas en el congelador, al sacarlo, sospeches que esa carne no está en condiciones óptimas para el consumo. En primer lugar, comprueba que las piezas de pollo congeladas no presentan una anormal capa de hielo que las recubre, porque, salvo que tu congelador tenga algún problema, en cuyo caso esa capa de hielo afectaría a todos los alimentos por igual, puede ser indicativo de que la carne de pollo se ha estropeado.
El color también puede ser indicativo del estado de la carne. Si detectas en ella manchas blanquecinas o, por el contrario, anormalmente oscuras, tampoco es recomendable cocinarla porque las manchas pueden indicar que el proceso de descomposición ya había comenzado antes de que la congelases. Además, las manchas blancas pueden ser un síntoma de que la carne se ha ‘quedado’ al contacto con el frío extremo al no haber sido envuelta y protegida correctamente antes de meterla en el congelador. Por último, nuevamente el mal olor, a medida que la carne se descongela, te avisará claramente de que ese alimento no está bueno.
En este artículo te enseñamos Cómo descongelar pollo.
Cómo saber si el pollo cocinado está malo
Una vez cocinado, el pollo también puede ponerse malo y, lamentablemente, si esto ocurre hay que tirarlo. Ante la duda, hay que prestar atención a posibles síntomas de mal estado porque a veces las preparaciones culinarias, salsas y guisos, pueden encubrirlos y hacer que tomemos un alimento que puede acabar haciéndonos daño.
A la hora de tomar un pollo ya cocinado fíjate en sus cuatro características básicas:
- El color de la carne debe ser homogéneo y no presentar grandes contrastes de tonalidades entre unas partes y otras.
- La textura de cada pieza tiene que estar firme.
- Solo debe llegar a tu olfato el olor propio de la receta con pollo que hayas preparado. Si huele ‘raro’ no lo tomes.
- Si tienes dudas, antes de tomar el pollo cocinado prueba una pequeña porción, si te sabe mal, ya sabes lo que hay que hacer. No merece la pena arriesgarte.
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Cómo conservar el pollo correctamente
El pollo es un alimento fresco y debe conservarse de la manera adecuada para garantizar que esté en buenas condiciones de consumo y por más tiempo. El pollo requiere conservarse siempre en frío y además, a la hora de comprarlo, hay que procurar mantener en lo posible esa esencial cadena de frío (la carne siempre debe ser lo último que compres en el supermercado y además debes llevarla a casa lo antes posible).
A la hora de conservar el pollo en la nevera, si lo has adquirido envasado, lo ideal es sacarlo de la bandeja y si lo has comprado en la pollería también debes retirar su envoltorio. En ambos casos, el pollo en la nevera debe guardarse en un recipiente con tapa o en un plato cubierto con papel film. La idea es que los jugos que pueda soltar el alimento no alcance a otros productos conservados en la nevera.
En cuanto a la temperatura, el pollo debe conservarse en la zona más fría de la nevera a unos 4 ºC, para evitar la proliferación de bacterias. Si la carne de pollo no va a tomarse en 1 o 2 días, es necesario recurrir a la congelación, envolviendo el alimento correctamente para evitar que la carne se queme al contacto con el hielo. Por último, recuerda que la carne de pollo no debe lavarse, para intentar, por ejemplo, eliminar el mal olor, porque el agua favorecería la proliferación de más bacterias.
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